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martes, 28 de octubre de 2008
Despedida y cierre
martes, 14 de octubre de 2008
Las dos Ifigenias (y XX)
Antes de ofrecer el argumento del acto IV y último de la segunda Ifigenia gluckiana queremos pedir perdón por las erratas del libretto en francés que nuestros avispados lectores habrán detectado.
Se celebran los preparativos para la ejecución de Orestes. Ifigenia tiene la impresión de que una fuerza superior le impedirá asestar el golpe mortal a la víctima del sacrificio y grita indignada contra Diana (“Je t’implore et je tremble”).
Las sacerdotisas en pleno invocan a la diosa Diana.
LES PRÉTRESSES
Traen a Orestes (“Que ces regrets touchant”).
ORESTE
Conmovido con la tristeza de Ifigenia y su preocupación, él intenta incitarla a cumplir su obligación, gritando en un lamento final “Ifigenia, hermana amada, así también tú pereciste en Áulide”. Los hermanos descubren así la verdad.
Las sacerdotisas saludan en él a su legítimo rey, e Ifigenia asegura a Orestes que su matricidio ha sido perdonado.
ORESTE
THOAS
Ordena que ejecuten al griego inmediatamente y está listo para matar a Orestes, cuando Pílades regresa con soldados griegos para salvar a su amigo. Toas es asesinado en el motín, que es interrumpido, cuando la propia Diana aparece para perdonar a Orestes, calmar a las Furias, liberar a las mujeres griegas y llevar al príncipe y a la princesa de vuelta a Micenas — y para el primer momento de felicidad que ambos conocieran desde que los griegos navegaran hacia Troya.
DIANE
Y así concluye esta ópera de Gluck y también esta serie dedicada al personaje y mito de Ifigenia, inciada allá por el 29 de marzo, que nos fue sugerida por la contemplación de un fresco pompeyano en el Museo Arqueológico de Nápoles.
sábado, 4 de octubre de 2008
Las dos Ifigenias (XIX)
Acto Tercero
Ifigenia siente una fuerte conexión con el prisionero (“D’une image, hélas!”).
IPHIGÉNIE
Pílades, después de torturado, se reúne con Orestes e Ifigenia y les dice que Orestes debe vivir, porque debe ser el portador de la carta sellada (trío: “Je pourrais du tyran”).
IPHIGÉNIE
PYLADE
viernes, 26 de septiembre de 2008
Las dos Ifigenias (XVIII)
Acto Segundo
Orestes y Pílades esperan su destino. Al remordimiento que consume a Orestes por el matricidio cometido se agrega ahora un sentimiento de culpa por haber llevado a su amigo a una situación tan desmedrada y que está poniendo en peligro su supervivencia (“Dieux qui me poursuivez”).
ORESTE
Je t'ai donné la mort.
Ce n'était pas assez que ma main meurtrière
Eût plongé le poignard dans le cœur d'une mère,
Les Dieux me résenaient pour un fofiait nouveau:
Je n'avais qu'un seul ami, je deviens sons bourreau.
Dieux! qui me poursuivez; Dieux! auteurs de mes crimes.
De l'enfer, sous mes pas, entrouvrez les abimes!
Ses supplices pour moi seront encor trop doux!
J ai trahi 1'amitié, j'ai trahi la nature,
Des plus noirs attentats j'ai comblé la mesure:
Dieux! frappez le coupable et justifiezvous.
ORESTE (seul)
Aparecen entonces las Furias, que lo atormentan por ser el asesino de su madre (recuérdese que las Furias son divinidades vengativas de la mitología griega).
SCÈNE 4 Oreste, Les Eumenides
sábado, 20 de septiembre de 2008
Las dos Ifigenias (XVII)
ARGUMENTO (sacado de aquí)
Acto Primero
Una tempestad sacude a la isla.
En el templo de Diana se encuentran varias doncellas griegas que ofician como sacerdotisas. Estas son presididas por Ifigenia, quien acaba de tener un sueño (su casa ha sido destruida; su padre ha sido asesinado por su madre, Clitemnestra, quien le dio una daga; su hermano Orestes le pidió ayuda, pero ella fue forzada a matarlo) que la ha agitado tanto como la tempestad reinante.
IPHIGÉNIE
Cette nuit... j'ai revu le palais de mon père,
J'allais jouir de ses embrassements;
J'oubliais, en ces doux moments,
Ses anciennes rigueurs et quinze ans de misère...
La terre tremble sous mes pas
Le soleil indigné fuit ces lieux qu'il abhorre,
Le feu brille dans l'air et la foudre en éclats
Tombe sur le palais, l'embrase et le dévore!
Du milieu des débris fumants
Sort une voix plaintive et tendre:
Jusqu'au fond de mon cœur elle se fait entendre;
Je vole à ces tristes accents...
A mes yeux aussitôt se présente mon père
Sanglant, percé de coups, et d'un spectre inhumain
Fuyant la rage meurtrière...
Ce spectre affreux, c'était ma mère!
Elle m'amme d'un glaive et disparait soudain:
Je veux fuir... on me crie: "Arrête ! c'est Oreste!"
Je vois un malheureux et je lui tends la main.
Je veux le secourir; un ascendant funeste
Forçait à mon bras à lui percer le sein!
LES PRÉTRESSES
Ô songe affreux! nuit effroyable!
Ô douleur! Ô mortel effroi!
Ton courroux est-il implacable?
Entends nos cris, ô ciel! Apaise-toi!
IPHIGÉNIE
Jusque dans ses derniers neveux,
Le ciel poursuit encor le crime de Tantale!
Le roi des rois, le sang des Dieux,
Agamemnon descend dans la nuit infemale.
Son fils restait à ma douleur.
J'attendais de lui seul la fin de ma misère;
Ô mon cher Oreste! ô mon frère!
Tu ne sècheras pas les lammes de ta sœur.
UNE PRÉTRESSE
Calmez ce désespoir où votre âme est livrée,
Les dieux conserveront cette tête sacrée,
Osez tout espérer.
IPHIGÉNIE
Non je n'espère plus.
Depuis que je respire, en butte à leur colère,
D'opprobre et de malheurs tous mes jours sont tissus:
Ils y mettent le comble, ils m'enlèvent mon frère!
Ô toi qui prolongeas mes jours,
Reprends un bien que je déteste,
Diane, je t'implore, arrêtes en le cours,
Rejoins Iphigénie au malheureux Oreste.
Hélas! tout m'en fait une loi,
La mort me devient nécessaire;
J'ai vu s'élever contre moi
Les Dieux, ma patne et mon père.
LES PRÉTRESSES
Quand verrons-nous tanr nos pleurs?
La source en estelle infinie?
Ah! dans un cercle de douleurs
Le ciel marque le cours de notre ne.
El rey Toas llega agitadísimo. También él ha tenido sueños terribles y teme por su vida. Sólo eliminando a los enemigos se sentirá seguro y por ello da orden a Ifigenia que sea ella quien de muerte inmediata a cualquier extranjero que pase por allí. Los escitas que acompañan al rey secundan sus palabras y danzan al son de una música primitiva.
THOAS
Le ciel par d'éclatants miracles
A daigné s'expliquer à vous;
Mes jours sont menacés par la voix des oracles,
Si d'un seul étranger, relégué parmi nous,
Le sang échappe à leur courroux.
De noirs pressentiments mon âme intimidée
De sinistres terreurs est sans cesse obsédée.
Le jour blesse mes yeux et semble s'obscurcir,
J'eprouve l'effroi des coupables!
Je crois voir sous mes pas la terre s'entrouvrir
Et l'enfer prêt à m'engloutir
Dans ses abimes effroyables!
Je ne sais quelle voix crie au fond de mon cœur:
"Tremble, ton supplice s'apprête!"
La nuit, de ces tourments redouble encor l'horreur.
Et les foudres d'un Dieu vengeur
Semblent suspendus sur ma tête.
domingo, 14 de septiembre de 2008
Ganimedes, el elegido de Zeus ( y V)
Daß ich dich fassen möcht
Ach, an deinem Busen
Ich komm, ich komme!
Hinauf! Hinauf strebts.
La lectura en alemán del poema se puede escuchar aquí.
La traducción de Guillermo Valencia es ésta:
Recostado en tu pecho languidece
Flotan, flotan las nubes o descienden
El Lied se puede escuchar en voz de tenor, Ian Bostridge, aquí o en voz de soprano, Barbara Bonney, aquí.
Clicando sobre Now read the discussion, se puede leer, en inglés, una interesante información sobre el Lied que a continuación ofrecemos traducida (hacemos la acostumbrada observación sobre la deficiencia de nuestro inglés):
Quizás la semejanza más obvia respecto a ‘Prometeo’ es que el poema está escrito en primera persona. Los dos poemas/canciones son expresiones de sentimientos personales. Pero a diferencia de Prometeo, quien está furioso contra los dioses debido a acontecimientos pasados, Ganímedes expresa sus sentimientos mientras está ocurriendo el acontecimiento más importante de su vida. En este sentido, él tiene más en común con “Margarita a la rueca” (aunque incluso ella describa sus sentimientos sobre lo que ha pasado ya).
Otro rasgo que comparten 'Ganímedes' y 'Prometeo' es que la música, como los poemas, es muy libre. Sobre 'Prometeo' escribí que la adaptación de Schubert no tiene ninguna estructura formal obvia y que esto tiene el carácter de un drama psicológico, enfatizando la fuerza emocional de cada parte del poema como ocurre. Lo mismo es aplicable a 'Ganímedes'.
Pero Schubert no hace caso de esto, continuando directamente durante cuatro líneas hasta una pausa en ‘Lieg ich, schmachte’. Entonces él introduce una pausa después de otros dos versos (’… un mein Herz’), otra pausa tres líneas más tarde (después de ‘… Morgenwind’), y otra, coincidiendo con el final del verso de Goethe, en ‘… aus dem Nebeltal’. Schubert ha usado estas pausas en la línea vocal para enfatizar el sentido de la calma extática en el poema, como si Ganímedes mirara a su alrededor, apreciando o respirando todo. Hay un encantador toque ingenuo justo antes de la mención del ruiseñor, donde, durante la pausa que Schubert ha introducido en la línea vocal, el piano ejecuta trinos para sugerir el canto del pájaro.
Desde 'Ich komm …’ el carácter de la parte del piano cambia: el ritmo se hace insistente y staccato, y Schubert da la indicación ‘un poco accelerando’ (‘acelerando ligeramente’). Hay un sentido distinto de 'somos lejos’. La canción continua, alcanzando dos puntos culminantes. El segundo punto culminante es conseguido repitiendo las siete últimas líneas y media del poema, y luego repitiendo otra vez el grito final de 'Alliebender Vater! ¡’ (‘Padre amante de todas las cosas!’).
Esta repetición se toma libertades sin duda respecto al poema, pero el carácter cambiante de la música es, se podría discutir, simplemente una respuesta a lo que está ya en el verso, cuando las líneas y las frases se hacen más cortas y más insistentes hacia el final del poema.
Como en varias de las canciones que hemos estudiado, es el piano el que pone el tono o humor, el paso y el ritmo cuando los acontecimientos se despliegan, con la voz, por así decir, flotando sobre la parte de piano – casi como si la voz fuera 'el acompañamiento', como en ‘Margarita a la rueca’. Una diferencia grande entre ‘Ganímedes’ y 'Prometeo' es que, mientras 'Prometeo' cae en distintas y contrastadas secciones, 'Ganímedes' no lo hace.
Todo fluye suavemente, e incluso cuando la voz calla, el piano sigue. Esto ayuda a dar la impresión de acontecimientos que se desarrollan y que no están bajo el control de Ganimedes – el piano, como Zeus, lo barre.
Como en ‘Prometeo’ y 'Margarita a la rueca', no se nos cuenta la historia en el poema. ¿Es como si el poeta y el compositor hubieran pensado ‘Qué le gustaría ser a Ganímedes/Prometeo/Margarita en esta situación?’, y han procurado comunicarlo directamente, asumiendo que el auditorio sabría las historias de las que estos personajes vienen (y Goethe y Schubert podrían asumir que había un poco de conocimiento de mitos clásicos en los círculos cultos a quienes su trabajo estaba principalmente dirigido).
Es muy diferente de la narrativa de 'Erlkönig’, en el que la canción cuenta la historia entera, así como la expresión de los sentimientos de los personajes.
Schubert termina la canción con seis compases del piano, elevándose más alto y más alto, pianissimo. Como la canción del ruiseñor antes, esto tiene un efecto que es a la vez poderoso e ingenuo: expresa un fuerte sentido del misterio y al tiempo nos sugiere a Ganímedes desapareciendo físicamente en el cielo.
Más que en cualquiera de las otras canciones de las que hemos hablado, yo diría que, hacia el final de 'Ganímedes', tenemos el sentido de haber viajado un largo camino desde el comienzo de la canción. Hay una razón musical particular para ello: como en ‘Prometeo’, la canción se termina en una clave diferente del principio.
Comienza en un La bemol mayor y termina en Fa mayor. Durante la canción, la música progresa a través de una variedad de claves tan gradualmente que el oyente no necesariamente es consciente de cuán lejos de la clave original se ha viajado. Pero si repites el principio de la canción inmediatamente después de escuchar el final, oirás el contraste entre el Fa mayor del final y el La bemol mayor del principio.
domingo, 31 de agosto de 2008
Ganimedes, el elegido de Zeus (IV)
Fuera de la literatura clásica griega y latina, encontramos también alusiones al mito de Ganimedes.
En la Divina Comedia de Dante tenemos también una en Purgatorio IX, 19-24:
quando fu ratto al sommo consistoro.
un águila en el cielo, de áureas plumas,
con las alas abiertas y dispuesta
a descender, allí donde a los suyos
dejara abandonados Ganimedes,
arrebatado al sumo consistorio.
Entre ellos tenemos el número XLIX, Júpiter a Ganimedes
A Ganimedes
¿Nunca has oído el nombre soberano
A cuyas sacras aras humillado
El mismo soy. No al'águila eres dado
sábado, 9 de agosto de 2008
Ganimedes, el elegido de Zeus (III)
Hoy ofrecemos un ejemplo de gran valor de su presencia en la literatura. Es la interesante conversación que Luciano de Samosata, en sus Diálogos de los dioses, recrea entre Ganimedes y su “secuestrador” Zeus en el número IV de los citados Diálogos.
Es un texto gracioso, que incluye información sobre aspectos concretos del mito, en concreto del secuestro llevado a cabo por Zeus, metamorfoseado en águila. Hay algún detalle, o muchos, del diálogo que nos hacen ver que el mito es un reflejo de las costumbres pederastas de la Grecia Antigua.
Obsérvese que la primera petición que Zeus hace al joven es la de que le dé un beso. Ante ello el mozalbete troyano expresa sorpresa por el retorno de Zeus a su figura antropomorfa.
Sigue cierta ironía en la confusión que tiene Ganimedes, al creer que Zeus – quien afirma ser el rey de todos los dioses - es Pan, el dios de los pastores y su sorpresa por verle desprovisto de flauta, cuernos y pezuñas.
Zeus le saca del error: ya no volverá al mundo mortal, se dedicará a servir néctar y ambrosía a los dioses, que también comerá, en lugar del queso y la leche que hasta ahora tomaba. Zeus le promete la felicidad y Ganimedes, con gran inocencia, pregunta con quién jugará. Zeus le responde que con Eros, con quien podrá jugar a las tabas. Aquí encontramos un paralelo con Apolonio de Rodas y su Viaje de los Argonautas III, 112-127, del que ya hablamos en un anterior capítulo; lo más probable es que Luciano se inspirara en Apolonio en este aspecto.
Tras un momento cómico en el que Ganimedes y Zeus hablan sobre el néctar y la leche, el jovenzuelo pregunta quién será su compañero de lecho. Luciano envuelve la alusión pederasta con una nueva ironía en la que Ganimedes, de forma inocente, pregunta si la razón de que Zeus quiera dormir con él se debe a que no puede dormir solo. Después advierte a Zeus sobre su costumbre de moverse en la cama y dar patadas y vueltas, cosa que impedirá al dios dormir.
Zeus lo da por bueno, si puede besar y abrazar al joven y éste expresa que mientras Zeus le besa, él dormirá.
La conversación, primero en griego, es ésta:
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Ἄνθρωπε, οὐκ ἀετὸς ἄρτι ἦσθα καὶ καταπτάμενος ἥρπασάς με ἀπὸ μέσου τοῦ ποιμνίου; πῶς οὖν τὰ μὲν πτερὰ σοι ἐκεῖνα ἐξερρύηκε, σὺ δὲ ἄλλος ἤδη ἀναπέφηνας;
ΖΕΥΣ ᾿Αλλ' οὔτε ἄνθρωπον ὁρᾷς, ὦ μειράκιον, οὔτε ἀετὸν, ὁ δὲ πάντων βασιλεὺς τῶν θεῶν οὗτός εἰμι πρὸς τὸν καιρὸν ἀλλάξας ἐμαυτόν.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Τί φῄς; σὺ γὰρ εἶ ὁ Πὰν ἐκεῖνος; εἶτα πῶς σύριγγα οὐκ ἔχεις οὐδὲ κέρατα οὐδὲ λάσιος εἶ τὰ σκέλη;
ΖΕΥΣ Μόνον γὰρ ἐκεῖνον ἡγῇ θεόν;
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Ναί· καὶ θύομέν γε αὐτῷ ἔνορχιν τράγον ἐπὶ τὸ σπήλαιον ἄγοντες, ἔνθα ἕστηκε· σὺ δὲ ἀνδραποδιστής τις εἶναί μοι δοκεῖς.
ΖΕΥΣ Εἰπέ μοι, Διὸς δὲ οὐκ ἤκουσας ὄνομα οὐδὲ βωμὸν εἶδες ἐν τῷ Γαργάρῳ τοῦ ὕοντος καὶ βροντῶντος καὶ ἀστραπὰς ποιοῦντος;
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Σύ, ὦ βέλτιστε, φῂς εἶναι, ὃς πρῴην κατέχεας ἡμῖν τὴν πολλὴν χάλαζαν, ὁ οἰκεῖν ὑπεράνω λεγόμενος, ὁ ποιῶν τὸν ψόφον, ᾧ τὸν κριὸν ὁ πατὴρ ἔθυσεν; εἶτα τί ἀδικήσαντά με ἀνήρπασας, ὦ βασιλεῦ τῶν θεῶν; τὰ δὲ πρόβατα ἴσως οἱ λύκοι διαρπάσονται ἤδη ἐρήμοις ἐπιπεσόντες.
ΖΕΥΣ Ἔτι γὰρ μέλει σοι τῶν προβάτων ἀθανάτῳ γεγενημένῳ καὶ ἐνταῦθα συνεσομένῳ μεθ' ἡμῶν;
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Τί λέγεις; οὐ γὰρ κατάξεις με ἤδη ἐς τὴν Ἴδην τήμερον;
ΖΕΥΣ Οὐδαμῶς· ἐπεὶ μάτην ἀετὸς ἂν εἴην ἀντὶ θεοῦ γεγενημένος.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Οὐκοῦν ἐπιζητήσει με ὁ πατὴρ καὶ ἀγανακτήσει μὴ εὑρίσκων, καὶ πληγὰς ὕστερον λήψομαι καταλιπὼν τὸ ποίμνιον.
ΖΕΥΣ Ποῦ γὰρ ἐκεῖνος ὄψεταί σε;
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Μηδαμῶς· ποθῶ γὰρ ἤδη αὐτόν. εἰ δὲ ἀπάξεις με, ὑπισχνοῦμαί σοι καὶ ἄλλον παρ' αὐτοῦ κριὸν τυθήσεσθαι λύτρα ὑπὲρ ἐμοῦ. ἔχομεν δὲ τὸν τριετῆ, τὸν μέγαν, ὃς ἡγεῖται πρὸς τὴν νομήν.
ΖΕΥΣ ῾Ως ἀφελὴς ὁ παῖς ἐστι καὶ ἁπλοóκὸς καὶ αὐτὸ δὴ τοῦτο παῖς ἔτι. ἀλλ', ὦ Γανύμηδες, ἐκεῖνα μὲν πάντα χαίρειν ἔα καὶ ἐπιλάθου αὐτῶν, τοῦ ποιμνίου καὶ τῆς Ἴδης. σὺ δὲ - ἤδη γὰρ ἐπουράνιος εἶ - πολλὰ εὖ ποιήσεις ἐντεῦθεν καὶ τὸν πατέρα καὶ πατρίδα, καὶ ἀντὶ μὲν τυροῦ καὶ γάλακτος ἀμβροσίαν ἔδῃ καὶ νέκταρ πίῃ· τοῦτο μέντοι καὶ τοῖς ἄλλοις ἡμῖν αὐτὸς παρέξεις ἐγχέων· τὸ δὲ μέγιστον, οὐκέτι ἄνθρωπος, ἀλλ' ἀθάνατος γενήσῃ, καὶ ἀστέρα σου φαίνεσθαι ποιήσω κάλλιστον, καὶ ὅλως εὐδαίμων ἔσῃ.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Ἢν δὲ παίζειν ἐπιθυμήσω, τίς συμπαίξεταί μοι; ἐν γὰρ τῇ Ἴδῃ πολλοὶ ἡλικιῶται ἦμεν.
ΖΕΥΣ Ἔχεις κἀνταῦθα τὸν συμπαιξόμενόν σοι τουτονὶ τὸν Ἔρωτα καὶ ἀστραγάλους μάλα πολλούς. θάρρει μόνον καὶ φαιδρὸς ἴσθι καὶ μηδὲν ἐπιπόθει τῶν κἀτω.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Τί δαὶ ὑμῖν χρήσιμος ἂν γενοίμην; · ποιμαίνειν δεήσει κἀνταῦθα;
ΖΕΥΣ Οὔκ, ἀλλ' οἰνοχοήσεις καὶ ἐπὶ τοῦ νέκταρος τετάξῃ καὶ ἐπιμελήσῃ τοῦ συμποσίου.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Τοῦτο μὲν οὐ χαλεπόν· οἶδα γὰρ ὡς χρὴ ἐγχέαι τὸ γάλα καὶ ἀναδοῦναι τὸ κισσύβιον.
ΖΕΥΣ Ἰδού, πάλιν οὗτος γάλακτος μνημονεύει καὶ ἀνθρώποις διακονήσεσθαι οἴεται· ταυτὶ δ' ὁ οὐρανός ἐστι, καὶ πίνομεν, ὥσπερ ἔφην, τὸ νέκταρ.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Ἥδιον, ὦ Ζεῦ, τοῦ γάλακτος;
ΖΕΥΣ Εἴσῃ μετ' ὀλίγον καὶ γευσάμενος οὐκέτι ποθήσεις τὸ γάλα.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Κοιμήσομαι δὲ ποῦ τῆς νυκτός; · μετὰ τοῦ ἡλικιώτου Ἔρωτος;
ΖΕΥΣ Οὔκ, ἀλλὰ διὰ τοῦτό σε ἀνήρπασα, ὡς ἅμα καθεύδοιμεν.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Μόνος γὰρ οὐκ ἀν δύναιο, ἀλλὰ ἥδιόν σοι καθεύδειν μετ' ἐμοῦ;
ΖΕΥΣ Ναί, μετά γε τοιούτου οἷος εἶ σύ, Γανύμηδες, οὕτω καλός.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Τί γάρ σε πρὸς τὸν ὕπνον ὀνήσει τὸ κάλλος;
ΖΕΥΣ Ἔχει τι θέλγητρον ἡδὺ καὶ μαλακώτερον ἐπάγει αὐτόν.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Καὶ μὴν ὅ γε πατὴρ ἤχθετό μοι συγκαθεύδοντι καὶ διηγεῖτο ἕωθεν, ὡς ἀφεῖλον αὐτοῦ τὸν ὕπνον στρεφόμενος καὶ λακτίζων καί τι φθεγγόμενος μεταξὺ ὁπότε καθεύδοιμι· ὥστε παρὰ τὴν μητέρα ἔπεμπέ με κοιμησόμενον ὡς τὰ πολλά. ὥρα δή σοι, εἰ διὰ τοῦτο, ὡς φῄς, ἀνήρπασάς με, καταθεῖναι αὖθις εἰς τὴν γῆν· ἢ πράγματα ἕξεις ἀγρυπνῶν· ἐνοχλήσω γάρ σε συνεχῶς στρεφόμενος.
ΖΕΥΣ Τοῦτ' αὐτό μοι τὸ ἥδιστον ποιήσεις, εἰ ἀγρυπνήσαιμι μετὰ σοῦ φιλῶν πολλάκις καὶ περιπτύσσων.
ΓΑΝΥΜΗΔΗΣ Αὐτὸς ἂν εἰδείης· ἐγὼ δὲ κοιμήσομαι σοῦ καταφιλοῦντος.
ΖΕΥΣ Εἰσόμεθα τότε ὃ πρακτέον. νῦν δὲ ἄπαγε αὐτόν, ὦ Ἑρμῆ, καὶ πιόντα τῆς ἀθανασίας ἄγε οἰνοχοήσοντα ἡμῖν διδάξας πρότερον ὡς χρὴ ὀρέγειν τὸν σκύφον.
La traducción que sigue es la de Juan Zaragoza Botella, en Alianza Editorial (1269)
Ganimedes. - ¿Hombre! ¿No eras un águila hace un momento, cuando te lanzaste sobre mí y me raptaste de en medio de mi rebaño?, ¿cómo se te han caído aquellas alas y te presentas completamente distinto?
Zeus. – No estás viendo a un hombre, muchacho, ni a un águila, yo soy el rey de todos los dioses, que me he transformado oportunamente.
Ganimedes. - ¿Qué dices? ¿Entonces tú eres nuestro dios Pan? ¿Y cómo no llevas entonces la flauta ni cuernos, ni tienes las piernas peludas?
Zeus. – ¿Acaso tú crees que sólo él es un dios?
Ganimedes. – Sí, y le sacrificamos un macho cabrío sin castrar, que le llevamos a la gruta, donde está su estatua. En cuanto a ti, me parece que eres un secuestrador de niños.
Zeus. – Dime, ¿es que no has oído el nombre de Zeus, ni has visto en el Gárgaro el altar del que envía la lluvia y el trueno y produce el rayo?
Ganimedes. - ¿Y tú, señor, afirmas ser el que recientemente arrojaste sobre nosotros una tremenda granizada, el que, según dicen, habita en las alturas, el que produce tanto ruido, a quien mi padre sacrificó un carnero? Y si es así, ¿qué daño te he hecho yo para que me hayas raptado?, ¡oh señor de los dioses! A lo mejor entretanto los lobos caerán sobre mis ovejas abandonadas y las devorarán.
Zeus. – ¿Todavía te preocupas de tus ovejas, ahora que te has hecho inmortal y cuando vas a quedarte con nosotros?
Ganimedes. - ¿Qué dices? ¿No me vas a llevar en seguida de regreso al monte Ida?
Zeus. – ¡De ninguna manera! Porque, en ese caso, me habría convertido de dios en águila inútilmente.
Ganimedes. – Entonces mi padre me buscará, se enfadará cuando no me encuentre y luego recibiré unos cuantos azotes por haber abandonado al rebaño
Zeus. – No es posible. ¿Cómo te iba a ver?
Ganimedes. – No lo hagas, que ya empiezo a echarlo de menos. Si me dejas volver, te prometo sacrificarte otro carnero, de su parte, como pago de mi rescate. Tenemos uno de tres años, grande, que guía a los demás en el pasto.
Zeus. – ¡Qué inocente es el muchacho!, ¡qué simple, qué niño todavía! Mira, Ganimedes, despídete de todo eso y olvídate del rebaño y del Ida. Porque tú, que ya eres un habitante del cielo, desde aquí podrás hacer muchos favores a tu padre y a tu patria. Y en vez de queso y de leche, comerás ambrosía y beberás néctar, que tú mismo nos ofrecerás y escanciarás a nosotros los dioses. Y, lo más importante, es que ya no serás un hombre, sino un inmortal, y yo haré que tu estrella brille con mucha hermosura. En una palabra, serás feliz.
Ganimedes. – Y cuando tenga ganas de jugar, ¿quién jugará conmigo? Porque en el Ida éramos muchos de la misma edad.
Zeus. – También aquí tendrás a Eros para jugar contigo, y además muchísimas tabas. Lo único que has de hacer es tranquilizarte, mostrarte alegre y no echar de menos ninguna de las cosas de la tierra.
Ganimedes. - ¿Y en qué podría seros útil? ¿También aquí tendré que apacentar rebaños?
Zeus. – No, tú escanciarás el vino, estarás encargado del néctar y cuidarás del banquete.
Ganimedes. – Eso no es difícil, pues yo sé cómo hay que sacar la leche y ofrecer el cuenco.
Zeus. – ¡Vaya! Otra vez se acuerda de la leche y cree que va a servir a mortales. Esto que ves es el cielo y aquí bebemos néctar, como te dije.
Ganimedes. - ¿Es más bueno que la leche, Zeus?
Zeus. – Lo vas a saber dentro de poco, y cuado lo hayas probado, ya no volverás a echar de menos la leche.
Ganimedes. - ¿Y con quién me acostaré por la noche? ¿Con mi compañero Eros?
Zeus. – No, que precisamente por eso te rapté, para que durmiéramos juntos.
Ganimedes. - ¿Es que no puedes dormir solo y prefieres dormir conmigo?
Zeus. – Sí, especialmente con un muchacho como tú, Ganimedes
Ganimedes. - ¿Y de qué te servirá mi belleza para dormirte?
Zeus. – Tiene un dulce hechizo y hace conciliar un sueño más suave.
Ganimedes. – En cambio, mi padre se enfadaba conmigo cuando dormíamos juntos, y por la mañana decía que yo no le había dejado dormir, dando vueltas y patadas y gritando cada vez que me dormía. Por ello con frecuencia me mandaba a dormir con mi madre. De manera que, si como dices, me raptaste para esto, procura devolverme de nuevo a la tierra o tendrás problemas con el insomnio, porque te molestaré continuamente, dando vueltas sin parar.
Zeus. – Eso es precisamente en lo que me darás más gusto, desvelándome contigo, mientras te beso y te abrazo muchas veces.
Ganimedes. – Tú sabrás lo que haces, porque yo dormiré mientras tú me besas
Zeus. – Entonces ya veremos lo que hay que hacer. Ahora, Hermes, llévatelo, y una vez que haya tomado la bebida de la inmortalidad, tráetelo para que nos escancie, pero antes enséñale cómo hay que ofrecer la copa.
lunes, 4 de agosto de 2008
Las dos Ifigenias (XVI)
Tras nuestro detallado recorrido por la Ifigenia en Áulide, daremos ahora unas breves pinceladas sobre la “otra” Ifigenia de Gluck: Ifigenia en Táuride.
Primero, no obstante, nos parece interesante ofrecer la información que sobre esta ópera hemos encontrado en la muy recomendable página web de The Metropolitan Opera de Nueva York.
Ifigenia y la casa de Atreo
La Ifigenia mitológica era la hija de la familia más disfuncional de la antigüedad griega, el maldito clan de Atreo. Su antepasado Tántalo en cierta ocasión puso a prueba la omnisciencia de los dioses al invitarlos a un banquete en el que el plato principal era su propio hijo. Los dioses no se dejaron engañar y maldijeron a sus descendientes, para que se matasen el uno al otro en un sanguinario ciclo de asesinatos y venganza. Hermanos traicionaron a hermanos, esposas asesinaron a sus maridos, hijos mataron a sus padres. Incesto, traición, robo y venganza plagaron cada generación.
La historia de Ifigenia está íntimamente conectada con el inicio de la guerra de Troya. Cuando ella era aún una niña, el príncipe troyano Paris huyó con Helena, la más bella de las mujeres en el mundo. El marido de Helena, Menelao, reunió a sus aliados griegos para traer a su esposa de vuelta a casa. Pero cuando su ejército se reunió en la playa en Áulide, el viento no sopló contra las velas. Un oráculo reveló que Agamenón, líder de la expedición y hermano de Menelao, había ofendido a la diosa Artemisa. Ningún viento soplaría hasta que Agamenón apaciguara a la diosa sacrificando a su hija Ifigenia. La niña fue asesinada y el viento comenzó a soplar. Los ejércitos partieron a la guerra.
Agamenón luchó en Troya durante diez largos años. En casa, su esposa Clitemnestra no cesaba de pensar en la muerte de su hija. Ella se consiguió un amante junto con quien asesinó a Agamenón tras su retorno. Años después, el hijo de la pareja, Orestes, vengó la muerte de su padre, matando a su propia madre. Él fue castigado por las Furias, seres sobrenaturales que lo torturaban dondequiera que fuera. En algunos mitos antiguos, Orestes implora a los dioses compasión y es perdonado. En Euménides, el drama de Esquilo, la diosa Atenea organiza un juicio para Orestes. El jurado queda dividido, entonces la propia Atenea vota por la absolución de Orestes, terminando con la maldición en la estirpe de los Atridas.
Eurípides e Ifigenia
Estos mitos fueron revividos en diversas tragedias griegas. El gran dramaturgo Eurípides mostró un interés especial por Ifigenia. Él fue el primer dramaturgo griego en centrar sus piezas en torno a personajes femeninos, y también el primero en retratar a los esclavos compasivamente. Durante su vida, Atenas se vio envuelta en décadas de guerra contra Esparta y sus aliados en la Guerra del Peloponeso. En medio del conflicto, Eurípides escribió dramas como Las troyanas, que mostraban el precio humano de la victoria. El sufrimiento y la inhumanidad entre hombres eran constantes temas en sus obras.
Eurípides inventó un nuevo capítulo en la historia de Ifigenia. Mientras se encontraba tendida sobre la mesa de sacrificios, frente de la daga, Ifigenia fue secretamente rescatada por la diosa Artemisa, quien la transportó mágicamente hacia Táuride (actual Crimea, en el Mar Negro). Allí, se convirtió en sacerdotisa en el templo de la diosa. Como parte de su obligación, tenía que ayudar a sacrificar a todo extranjero que entrara en aquel reino.
Eurípides nos dice que debemos cuestionar las obligaciones que nuestros corazones rechazan. Agamenón es un villano porque cumple con su deber, Ifigenia es una heroína por rebelarse contra los dioses. Un miembro de la casa de los Atridas salvó al otro. El cambio es posible, aún para los más malditos y perjudicados.
Ifigenia durante el Iluminismo
A partir del Renacimiento, dramaturgos europeos crearon un interés en resucitar piezas griegas. Muchos autores neoclásicos crearon “nuevas y mejoradas” versiones de “Ifigenia en Táuride”, cambiando la trama de Eurípides, para reflejar los valores y gustos de la nueva era. La mayoría de estas nuevas piezas introdujo relaciones amorosas entre los protagonistas. La heroica amistad entre Orestes y Pílades se tornó un nuevo foco. Y todos los nuevos autores garantizaron que los sacrificios humanos en Táuride acabarían una vez que Ifigenia y Orestes regresaran a casa.
Guillard, el libretista de Gluck, le fue mucho más fiel al trabajo original de Eurípides que mucho de sus contemporáneos, pero también tomó material prestado de algunas piezas modernas. Por ejemplo, la amistad entre Pílades y Orestes tiene un papel relevante en la ópera de Gluck. Ifigenia y Orestes se reconocen durante el sacrificio, lo cual no acontece en Eurípides. Ella arroja la daga al suelo, desafiando dramáticamente a Toas, quien decide matar a ambos, Orestes e Ifigenia, con sus propias manos. Pílades los salva a todos, invadiendo el templo con un grupo de guerreros griegos. Al final, la diosa Diana aparece para abolir el sacrificio humano. Éstas son todas innovaciones, el resultado de los esfuerzos de Gluck y Guillard para traducir la narrativa de Eurípides a una nueva audiencia.
sábado, 26 de julio de 2008
Las dos Ifigenias (XV)
El coro de griegos se dirige a Ártemis pidiéndole su protección y su llegada a las costas troyanas, a cambio de la víctima que se disponen a ofrecerle.
En la escena séptima irrumpe Aquiles con la consiguiente desbandada de los atemorizados griegos. Dos griegos animan a los demás a huir de la furia del tesalio; el coro le hace ver la inutilidad de su acción, pues los dioses han ordenado su muerte. Aquiles les hace frente y les reta a arrebatarla de sus brazos; Ifigenia se ofrece como víctima.
Clitemnestra y Aquiles buscan la liberación de Ifigenia, mientras el coro insiste en la inutilidad de esta defensa e incitan al sacrificio. Está a punto de establecerse un combate entre Aquiles y los tesalios contra los griegos, cuando Calcante anuncia la aparición, como deus ex macchina, de la propia Ártemis (Diana).
La diosa ensalza el celo de los griegos y afirma que las virtudes de Ifigenia y los lamentos de su madre han encontrado gracia entre los dioses. Ya no retendrá más a los griegos en Áulide, sino que les invita a volar donde su gloria les guíe. En cuanto a Ifigenia y Aquiles, les invita a vivir y ser felices
DIANE
Votre zèle des Dieux
A fléchi la colère
Les vertus de la fille
Et les pleurs de la mère
Ont trouvé grâce devant eux.
Je ne vous retiens plus
Dans les champs de l'Aulide
Volez où votre gloire vous guide.
Etonnez l'Univers
Par vos faits glorieux
Et vous, jeunes amants,
Vivez, vivez, soyez heureux.
Calcas alaba la clemencia y la bondad de los dioses; Agamenón, Clitemnestra, Ifigenia y Aquiles manifiestan su alegría por la solución gozosa de la situación. Ifigenia expresa la dulzura, pero al tiempo la dificultad, de pasar tan repentinamente del más cruel tormento a la felicidad suprema,
Sigue el cuarteto Mon coeur ne saurait contenir en el que los cuatro personajes expresan su inmensa alegría; al tiempo quieren devolver al cielo su gratitud por haber sido merecedores de la piedad divina.
El coro de griegos, en una alegre y triunfal intervención, recoge estas palabras y anima a celebrar los esponsales de Ifigenia y Aquiles, que son preludio de sus gloriosos triunfos.
Tras una reposada, pero alegre, passacaille, no exenta de momentos reflexivos y con una briosa conclusión, el coro final llama a los griegos, en tono marcial, a buscar la victoria y a dejar para la posteridad recuerdo de su gloria y hazañas. Sólo el placer puede pagar y coronar las penosas fatigas del guerrero.
IPHIGENIE
Ah! qu'il est doux,
Mais qu'il est difficile,
De passer si subitement
Du plus cruel tourment
A la félicité suprême!
IPHIGENIE, CLYTEMNESTRE, ACHILLE AGAMEMNON
Mon cœur ne saurait contenir
L'excès de mon bonheur extrême
Palpitant, il s’élance
Au-delà de moi-même,
Il est énivré de plaisir
A peine je respire:
Quel aimable délire,
Vient s'emparer de tous mes sens!
Les Dieux ont eu pitié
De nos gémissements
Jusqu'aux voûtes éthérées
Portons nos vœux reconnaissants!
CHŒUR DES GRECS
Jusqu'aux aux voûtes éthérées
Portons nos vœux reconnaissants.
Et célébrons les noces désriées
De ces illustres amants.
Leur bonheur est le premier gage
De la juste faveur des Dieux;
Et leur hymen est le présage
De nos triomphes glorieux.
Passacaille
CHŒUR FINAL
Partons, volons à la victoire,
Par nos faits éclatants étonnons l'avenir
Que nos travaux, que notre gloire
Soient des sièclesinturs l'éternel souvenir.
Parés des palmes de Bellone,
Qu'il est doux de jouir d'un tranquille repos!
Le plaisir seul paye et couronne
Du guerrier désarmé les pénibles travaux.
Este pénible travaux deja un cierto tono sombrío en el final de la ópera y provoca en nosotros una reflexión sobre los acontecimientos que hemos vivido en esta gran ópera gluckiana, basada en una tragedia de Eurípides, que Gluck logró representar en París, tras largas gestiones y su amistad con la futura reina de Francia. En efecto, sólo esta amistad salvó las tensiones surgidas en los ensayos, en los que, como dijimos en un anterior artículo de esta serie, el compositor se mostró duro e intransigente. La presencia de María Antonieta en el estreno, el 19 de abril de 1774, fue casi una orden para los miembros de la vieja guardia musical francesa: la nueva ópera fue un éxito el día de su estreno, a pesar de algunas dudas, y acabó imponiéndose poco a poco por el indudable peso de su exquisita partitura.
Cerramos esta primera parte de la serie con un aria que la protagonista canta en la escena del acto I (L'ai-je bien entendu - Hélas! mon coeur sensible!). También ofrecemos la "respuesta" de Aquiles en la escena octava (Cruelle, non jamais)
Por cierto, no estaría mal que los lectores escucharan la magnífica obertura de la obra. Pueden hacerlo aquí.