Franz Schubert puso música a 47 poemas de Johann Baptist Mayrhofer (1787-1836), quien le proporcionó también el libretto para su singspiel Los amigos de Salamanca (1815) y la ópera Adrasto. Entre los poemas de Mayrhofer que Schubert musicó se encuentra "Philoktet" (Filoctetes), D. 540, compuesto en 1817 y publicado en 1831. Otros poemas de Mayrhofer tienen temática mitológica: Antigone und Oedip, Atys, Der entsühnte Orest, Der zürnenden Diana, Fahrt zum Hades, Dioskuren Zwillingssterne, Iphigenia, Orest auf Tauris, Uraniens Flucht, Fragment aus dem Aischylos.
La lectura del poema de Mayrhofer y la escucha del lied de Schubert (se puede oír un fragmento aquí), me han hecho releer la tragedia Filoctetes de Sófocles y descubrir su riqueza de contenido y su variedad de propuestas para la reflexión. En ésta y otras entradas pretendo hacer una aproximación al mito de Filoctetes, y, sobre todo, a la tragedia de Sófocles, en la que he descubierto elementos muy interesantes.
Antes de seguir, tal vez sea conveniente explicar que la D que se coloca delante del número en la catalogación de las obras de Schubert proviene de Otto Erich Deutsch (Viena, 1883- 1968) musicólogo austríaco, especialista en la escuela vienesa clásica que dedicó varias obras a Mozart y a Schubert, de quien publicó un Catálogo temático en orden cronológico (1951).
Lo primero que tenemos que hacer es ofrecer el poema de Mayrhofer y su traducción. Debo advertir que la traducción es mía, por lo que espero que los germanistas o las personas que sepan alemán que lean esta entrada me perdonen.
Philoktet
Da sitz ich ohne Bogen und starre in den Sand.
Was tat ich dir Ulysses, daß du sie mir entwandt?
Die Waffe, die den Trojern des Todes Bote war,
Die auf der wüsten Insel mir Unterhalt gebar.
Es rauschen Vogelschwärme mir über'm greisen Haupt;
Ich greife nach dem Bogen, umsonst, er ist geraubt!
Aus dichtem Busche raschelt der braune Hirsch hervor:
Ich strecke leere Arme zur Nemesis empor.
Du schlauer König, scheue der Göttin Rächerblick!
Erbarme dich und stelle den Bogen mir zurück.
Filoctetes
Aquí estoy sentado yo sin mi arco y miro fijamente la arena.
¿Qué te he hecho, Ulises, para que tú me la hayas robado?
El arma que fue el mensajero de la muerte para los troyanos,
Que en esta desolada isla me proporcionaba el sustento.
Bandadas de aves se precipitan sobre mi cabeza cana;
Yo echo mano a mi arco, en vano, ¡ha sido robado!
De la espesa arboleda surge el pardo ciervo:
Yo extiendo mis manos vacías hacia arriba, hacia Némesis.
Tú, astuto rey, ¡teme la mirada vengadora de la diosa!
Apiádate de mí y devuélveme mi arco.
Esta obra merece un pequeño comentario. Pero creemos que antes debemos narrar, aunque no sea en su totalidad, el mito de Filoctetes.
Filoctetes (Φιλοκτήτης) es un héroe tesalio, hijo de Peante y Demonasa (Higinio, Fábula 102), que fue pretendiente de Helena y que, como tal, fue a la guerra de Troya, a la que acudió con siete barcos y 50 arqueros cada uno (Homero, Ilíada, II, 718-719; Sófocles, Filoctetes, 1027). Amigo de Heracles, fue el que encendió la pira (Ovidio, Metamorfosis, IX, 233) que éste había construido en el monte Eta, en Traquis, para poner fin a su vida, cuando sufría terribles dolores como consecuencia de la sangre del centauro Neso con la que su esposa Deyanira, por celos, había impregnado una túnica que envió a Heracles (Diodoro Sículo, Biblioteca histórica, IV, 38, 4). Por esta acción el héroe tebano le dio su célebre arco y sus flechas (Séneca, Hércules sobre el Eta, 1648 ss.), que utilizaba con gran destreza (Homero, Odisea, VIII, 219) y le hizo jurar que no revelaría el lugar en el que había estado la pira. Pero no lo cumplió, ya que, pese a que no contestó a las preguntas al ser interrogado, se trasladó al lugar en el que había estado la pira y golpeó el suelo con su pie con un gesto evidente. Esto le valió el siguiente castigo: camino de Troya paró a dormir en la isla de Ténedos, y fue mordido por una serpiente, mientras realizaba un sacrificio. En la versión de Sófocles la isla no es Ténedos, sino Crisa (Sófocles, Filoctetes 194, 270, 1327; cf. también Pausanias, Descripción de Grecia, VIII, 33, 4), donde una serpiente mordió a Filoctetes cuando limpiaba el altar de la diosa Crisa, que daba nombre a la isla; isla que, por lo demás, desapareció en el siglo II d. C., pues, como nos cuenta Pausanias, Descripción de Grecia, VIII, 33, 4, las olas la cubrieron por completo y se hundió, desapareciendo en las profundidades del mar. La herida se infectó muy pronto, hasta el punto de despedir un hedor insoportable, por lo que no le fue difícil a Ulises convencer a los demás caudillos griegos de que abandonasen al herido en Lemnos, cuando la flota pasó cerca de esta isla. Sin embargo, otra razón aducida para el abandono del héroe fue que los gritos que daba el infeliz por el dolor que le provocaba su herida, que no curaba, turbaban el orden y el silencio ritual (εὐφημία) de los sacrificios. Sea como fuere el instigador de este abandono fue, como hemos dicho, Ulises, sobre quien recae generalmente la responsabilidad del acto; pero la decisión la tomó Agamenón, en nombre de todo el ejército argivo y como comandante supremo del mismo. Abandonado, pues, en la isla de Lemnos estuvo allí diez años solo, con la herida emponzoñada, alimentándose de las aves que mataba con las flechas de Heracles.
Entretanto proseguía el asedio a Troya que, al cabo de diez años, seguía sin ser tomada. Paris había muerto, y Héleno (o Heleno), a quien habían negado la mano de Helena, se había refugiado en la montaña y había sido capturado por los griegos. El adivino troyano reveló a los argivos que Troya no podría ser tomada excepto si, entre otras condiciones, sus enemigos iban armados con las flechas de Heracles y el propio Filoctetes participaba en la acción. En Apolodoro, esta revelación la realiza Calcante, mientras que las otras condiciones las revela Héleno. Otra versión, la de la tragedia de Sófocles, nos cuenta que Paris no había muerto, sino que el destino reservaba a Filoctetes acabar con su vida (Apolodoro, Epítome, V, 8), después de volver a Troya y ser curado de su herida por los médicos Podalirio (Apolodoro, Epítome, V, 8) y Macaón, hijos del dios de la medicina Asclepio, o bien por el propio dios, como leemos en el Filoctetes sofocleo (1436-1437). La curación de Filoctetes, en la versión más extendida, la practicó Macaón, con la ayuda de Apolo quien sumió a Filoctetes en un profundo sueño y de Asclepio quien le proporcionó una planta, que, a su vez, había recibido del centauro Quirón, que Macaón aplicó a la llaga, después de lavarla con vino y cortar la carne muerta. Sería el primer ejemplo de una intervención quirúrgico con anestesia. Como el episodio de la muerte de Paris a manos de Filoctetes entraba en contradicción con la historia de la profecía de Héleno, puesto que, al parecer, Héleno no fue capturado hasta después de la muerte de Paris, se contaba que la profecía que ordenaba que Filoctetes se reintegrase de Lemnos a Troya era de Calcante, el adivino titular de la expedición griega en Troya. (cf. Apolodoro, Epítome, V, 8)
Sobre la forma en que los griegos consiguieron que Filoctetes les acompañara a Troya hay varias versiones. En una fue Ulises quien, solo, partió hacia Lemnos; otra, la de Eurípides e Higinio (Fábula 102), dice que le acompañó Diomedes, y la versión sofoclea, sobre la que más adelante nos detendremos, narra que Ulises marchó a Lemnos acompañado del hijo de Aquiles, Neoptólemo. En Eurípides, Ulises y Diomedes se apoderan, mediante la astucia, de las armas de Filoctetes (Apolodoro, Epítome, V, 8) y obligan al héroe a acompañarlos desarmado. O bien le hablan del patriotismo y el deber, o, finalmente, le prometen la curación por los cuidados de Podalirio y Macaón. En cambio, en Ovidio, Metamorfosis, XIII, 45-55, especialmente en el verso 55 leemos: ille tamen vivit, quia non comitavit Ulixen (pero al menos él vive porque no acompañó a Ulises). En efecto, este libro XIII de las Metamorfosis se abre con el juicio de las armas en el que se dirime a quién deben ir a parar las armas de Aquiles. Los competidores son Áyax y Ulises. En su intervención, que es la primera, Áyax dedica terribles críticas al itacense, especialmente le echa en cara que trató de “escaquearse” (perdónesenos la expresión) de la guerra de Troya, fingiéndose loco, pero Palamedes, que había acudido con Menelao a buscarle para la expedición, descubrió su engaño (este episodio lo alude Filoctetes en la obra de Sófocles, versos 1025-1026). En ese contexto Áyax dice que ojalá hubiera sido cierta la locura de Ulises, pues, de este modo, nunca hubiera llegado a Troya para inducirles a crímenes y a Filoctetes no le poseería ahora la isla de Lemnos, abandonado en ella con baldón para los griegos (non te, Poeantia proles, expositum Lemnos nostro cum crimine haberet).
Después de la toma de Troya, Filoctetes regresó a Grecia, a su patria de Eta, tras depositar en la tumba de Heracles el botín conseguido en Ilión. Otra versión cuenta que viajó a Italia meridional, donde fundó varias ciudades en la región de Crotona, como Petelia y Macala, donde consagró a Apolo las flechas de Heracles.
Volvamos al poema de Mayrhofer.
El poema nos presenta al héroe tesalio, cuyo nombre aparece en el título de la obra, sentado (da sitz ich) en la playa (eso parece evocar el in den Sand del verso 1) de una isla, por lo demás desierta, desolada (como leemos en el verso 4: der wüsten Insel). Nosotros sabemos, por el mito, que la isla es Lemnos. Es muy destacable que ya en el primer verso Filoctetes nos informe de su carencia (ohne Bogen = sin mi arco). El héroe está sentado, cual antiguo Robinson Crusoe, en la playa de la isla, mirando detenidamente hacia la arena (starre in den Sand).
Ya en el segundo verso aparece el nombre del autor de las desgracias de Filoctetes; no es otro que Ulises a quien se dirige una inquisitiva pregunta (was tat ich dir Ulysses?). En el poema Ulises es quien ha arrebatado el arco a Filoctetes (daß du sie mir entwandt), no así en la tragedia sofoclea. Por cierto, el sie de este segundo verso se refiere, anticipándolas, a las palabras die Waffe, que inician el verso siguiente; nos parece esto más aceptable que no que se refiera a Bogen en plural; Bogen es masculino y se refiriera anafóricamente a esa palabra en singular, debería decir den; por ello entendemos que este pronombre sie prepara a die Waffe del verso siguiente y no tanto se refiere a Bogen del verso 1, que sería entonces plural, lo cual es posible ya que esta palabra hace el plural Bogen (en alemán del sur Bögen) y abarcaría entonces tanto el arco como las flechas, o tratarse de un plural poético. En Apolodoro (Epítome, V, 8) son Diomedes y Ulises los que se arrebatan a Filoctetes con astucia las armas. Pero, pese a no ser Ulises el que arrebató directamente el arco, el propio Filoctetes dice en el verso 1134-1135: en sustitución serás manejado por otro dueño, un hombre fecundo en ardides, en clara alusión al héroe itacense.
Esas armas, según relata Filoctetes en el poema que nos ocupa, han sido mensajero de la muerte para los troyanos (den Trojern des Todes Bote war). Estas palabras se refieren a la profecía de Héleno (o Calcante, según las versiones) de que Troya sólo sería tomada con las armas de Heracles. Armas que también han sido el sustento del héroe en la desierta Lemnos (la soledad de la isla la describe Filoctetes en la tragedia sofoclea homónima, versos 301-304). Que las armas sean su sustento es narrado por el propio Filoctetes en la tragedia sofoclea, en los versos 287 a 292 o el coro en la antistrofa del estásimo 1º (710-711). Más adelante Filoctetes (verso 933) se refiere al arco como su vida (τὸν βίον = mi vida = el Unterhalt de Mayrhofer). Otra nueva alusión en Sófocles al arco como medio de caza lo encontramos en los versos 955-956 (οὐ πτηνὸν ὄρνιν, οὐδὲ θῆρ᾿ ὀρειβάτην τόξοις ἐναίρων τοισίδ’ = sin poder matar con este arco alados pájaros ni montaraces fieras), curiosamente los dos tipos de animales citados por Mayrhofer (Vogelschwärme, der braune Hirsch). La misma idea en 1108-1110 (οὐ φορβὰν ἔτι προσφέρων, οὐ πτανῶν ἀπ᾿ ἐμῶν ὅπλων κραταιαῖς μετὰ χερσὶν ἴσχων = sin proporcionarme ya alimentos procedentes de mis aladas armas, las que yo sujetaba con mis fuertes brazos). El verso 1126 lo deja aún más claro: τὰν ἐμὰν μελέου τροφάν (= mi medio de vida).
Las bandadas de aves (Vogelschwärme) que sobrevuelan la canosa cabeza (über'm greisen Haupt) de Filoctetes y el pardo ciervo (der braune Hirsch) que surge de la espesura no tienen nada que temer, pues el héroe ya no posee el arco (Ich greife nach dem Bogen, umsonst, er ist geraubt). Esta idea está en la antistrofa 2ª, dentro del estásimo 3º, de la tragedia sofoclea, que es en realidad un diálogo lírico entre Filoctetes y el coro. La traducción que ofrecemos es la de Assela Alamillo en la editorial Gredos.:
¡Oh aladas presas y fieras de brillantes ojos a quienes esta región mantiene paciendo en sus montes! ¡No os alejéis ya a saltos huyendo de mi gruta! Pues no tengo en mis manos, ¡desgraciado de mí!, las flechas que eran antes mi protección
Antes, en la estrofa Filoctetes ha dicho:
¡Ay de mí! Sentado en cualquier punto de la playa ante el espumoso mar, se está riendo de mí, blandiendo en su mano mi medio de vida, desdichado, el arma que nadie alzó nunca. ¡Oh arco querido, arrebatado de mis manos! Probablemente estás viendo con piedad, si es que algún sentimiento tienes, que el amigo de Heracles en adelante no te utilizará ya y que, en sustitución, serás manejado por otro dueño, un hombre fecundo en ardides.
El antepenúltimo verso es una llamada a Némesis, que personifica la venganza divina. Extender las manos hacia arriba, hacia el cielo, es una forma de culto, llamada plegaria, muy frecuente en la Grecia Antigua. El penúltimo y último versos del poema son una llamada a Ulises (al que se califica de “astuto rey”- schlauer König -) para que, temiendo el castigo de la diosa Némesis, se apiade de Filoctetes y le devuelva el arco.
En la tragedia de Sófocles hay muchas intervenciones de Filoctetes deseando desgracias para Ulises, y también para los Atridas (314-316, 416-418, 1035, etc.).
Es, en definitiva, un poema de diez versos con rima: AABBCCDDEE, que realiza una breve, pero al tiempo completa alusión al mito de Filoctetes. Están presentes su soledad en la isla, su imposibilidad de alimentarse, su odio a Ulises que le ha arrebatado sus armas, la referencia a la caída de Troya mediante el uso de su arco, su petición de venganza, su llamada a la compasión de su enemigo y su exigencia para que le sea devuelto su medio de vida.
En próximas entradas hablaremos de otros aspectos del mito de Filoctetes, especialmente en su versión sofoclea.
La lectura del poema de Mayrhofer y la escucha del lied de Schubert (se puede oír un fragmento aquí), me han hecho releer la tragedia Filoctetes de Sófocles y descubrir su riqueza de contenido y su variedad de propuestas para la reflexión. En ésta y otras entradas pretendo hacer una aproximación al mito de Filoctetes, y, sobre todo, a la tragedia de Sófocles, en la que he descubierto elementos muy interesantes.
Antes de seguir, tal vez sea conveniente explicar que la D que se coloca delante del número en la catalogación de las obras de Schubert proviene de Otto Erich Deutsch (Viena, 1883- 1968) musicólogo austríaco, especialista en la escuela vienesa clásica que dedicó varias obras a Mozart y a Schubert, de quien publicó un Catálogo temático en orden cronológico (1951).
Lo primero que tenemos que hacer es ofrecer el poema de Mayrhofer y su traducción. Debo advertir que la traducción es mía, por lo que espero que los germanistas o las personas que sepan alemán que lean esta entrada me perdonen.
Philoktet
Da sitz ich ohne Bogen und starre in den Sand.
Was tat ich dir Ulysses, daß du sie mir entwandt?
Die Waffe, die den Trojern des Todes Bote war,
Die auf der wüsten Insel mir Unterhalt gebar.
Es rauschen Vogelschwärme mir über'm greisen Haupt;
Ich greife nach dem Bogen, umsonst, er ist geraubt!
Aus dichtem Busche raschelt der braune Hirsch hervor:
Ich strecke leere Arme zur Nemesis empor.
Du schlauer König, scheue der Göttin Rächerblick!
Erbarme dich und stelle den Bogen mir zurück.
Filoctetes
Aquí estoy sentado yo sin mi arco y miro fijamente la arena.
¿Qué te he hecho, Ulises, para que tú me la hayas robado?
El arma que fue el mensajero de la muerte para los troyanos,
Que en esta desolada isla me proporcionaba el sustento.
Bandadas de aves se precipitan sobre mi cabeza cana;
Yo echo mano a mi arco, en vano, ¡ha sido robado!
De la espesa arboleda surge el pardo ciervo:
Yo extiendo mis manos vacías hacia arriba, hacia Némesis.
Tú, astuto rey, ¡teme la mirada vengadora de la diosa!
Apiádate de mí y devuélveme mi arco.
Esta obra merece un pequeño comentario. Pero creemos que antes debemos narrar, aunque no sea en su totalidad, el mito de Filoctetes.
Filoctetes (Φιλοκτήτης) es un héroe tesalio, hijo de Peante y Demonasa (Higinio, Fábula 102), que fue pretendiente de Helena y que, como tal, fue a la guerra de Troya, a la que acudió con siete barcos y 50 arqueros cada uno (Homero, Ilíada, II, 718-719; Sófocles, Filoctetes, 1027). Amigo de Heracles, fue el que encendió la pira (Ovidio, Metamorfosis, IX, 233) que éste había construido en el monte Eta, en Traquis, para poner fin a su vida, cuando sufría terribles dolores como consecuencia de la sangre del centauro Neso con la que su esposa Deyanira, por celos, había impregnado una túnica que envió a Heracles (Diodoro Sículo, Biblioteca histórica, IV, 38, 4). Por esta acción el héroe tebano le dio su célebre arco y sus flechas (Séneca, Hércules sobre el Eta, 1648 ss.), que utilizaba con gran destreza (Homero, Odisea, VIII, 219) y le hizo jurar que no revelaría el lugar en el que había estado la pira. Pero no lo cumplió, ya que, pese a que no contestó a las preguntas al ser interrogado, se trasladó al lugar en el que había estado la pira y golpeó el suelo con su pie con un gesto evidente. Esto le valió el siguiente castigo: camino de Troya paró a dormir en la isla de Ténedos, y fue mordido por una serpiente, mientras realizaba un sacrificio. En la versión de Sófocles la isla no es Ténedos, sino Crisa (Sófocles, Filoctetes 194, 270, 1327; cf. también Pausanias, Descripción de Grecia, VIII, 33, 4), donde una serpiente mordió a Filoctetes cuando limpiaba el altar de la diosa Crisa, que daba nombre a la isla; isla que, por lo demás, desapareció en el siglo II d. C., pues, como nos cuenta Pausanias, Descripción de Grecia, VIII, 33, 4, las olas la cubrieron por completo y se hundió, desapareciendo en las profundidades del mar. La herida se infectó muy pronto, hasta el punto de despedir un hedor insoportable, por lo que no le fue difícil a Ulises convencer a los demás caudillos griegos de que abandonasen al herido en Lemnos, cuando la flota pasó cerca de esta isla. Sin embargo, otra razón aducida para el abandono del héroe fue que los gritos que daba el infeliz por el dolor que le provocaba su herida, que no curaba, turbaban el orden y el silencio ritual (εὐφημία) de los sacrificios. Sea como fuere el instigador de este abandono fue, como hemos dicho, Ulises, sobre quien recae generalmente la responsabilidad del acto; pero la decisión la tomó Agamenón, en nombre de todo el ejército argivo y como comandante supremo del mismo. Abandonado, pues, en la isla de Lemnos estuvo allí diez años solo, con la herida emponzoñada, alimentándose de las aves que mataba con las flechas de Heracles.
Entretanto proseguía el asedio a Troya que, al cabo de diez años, seguía sin ser tomada. Paris había muerto, y Héleno (o Heleno), a quien habían negado la mano de Helena, se había refugiado en la montaña y había sido capturado por los griegos. El adivino troyano reveló a los argivos que Troya no podría ser tomada excepto si, entre otras condiciones, sus enemigos iban armados con las flechas de Heracles y el propio Filoctetes participaba en la acción. En Apolodoro, esta revelación la realiza Calcante, mientras que las otras condiciones las revela Héleno. Otra versión, la de la tragedia de Sófocles, nos cuenta que Paris no había muerto, sino que el destino reservaba a Filoctetes acabar con su vida (Apolodoro, Epítome, V, 8), después de volver a Troya y ser curado de su herida por los médicos Podalirio (Apolodoro, Epítome, V, 8) y Macaón, hijos del dios de la medicina Asclepio, o bien por el propio dios, como leemos en el Filoctetes sofocleo (1436-1437). La curación de Filoctetes, en la versión más extendida, la practicó Macaón, con la ayuda de Apolo quien sumió a Filoctetes en un profundo sueño y de Asclepio quien le proporcionó una planta, que, a su vez, había recibido del centauro Quirón, que Macaón aplicó a la llaga, después de lavarla con vino y cortar la carne muerta. Sería el primer ejemplo de una intervención quirúrgico con anestesia. Como el episodio de la muerte de Paris a manos de Filoctetes entraba en contradicción con la historia de la profecía de Héleno, puesto que, al parecer, Héleno no fue capturado hasta después de la muerte de Paris, se contaba que la profecía que ordenaba que Filoctetes se reintegrase de Lemnos a Troya era de Calcante, el adivino titular de la expedición griega en Troya. (cf. Apolodoro, Epítome, V, 8)
Sobre la forma en que los griegos consiguieron que Filoctetes les acompañara a Troya hay varias versiones. En una fue Ulises quien, solo, partió hacia Lemnos; otra, la de Eurípides e Higinio (Fábula 102), dice que le acompañó Diomedes, y la versión sofoclea, sobre la que más adelante nos detendremos, narra que Ulises marchó a Lemnos acompañado del hijo de Aquiles, Neoptólemo. En Eurípides, Ulises y Diomedes se apoderan, mediante la astucia, de las armas de Filoctetes (Apolodoro, Epítome, V, 8) y obligan al héroe a acompañarlos desarmado. O bien le hablan del patriotismo y el deber, o, finalmente, le prometen la curación por los cuidados de Podalirio y Macaón. En cambio, en Ovidio, Metamorfosis, XIII, 45-55, especialmente en el verso 55 leemos: ille tamen vivit, quia non comitavit Ulixen (pero al menos él vive porque no acompañó a Ulises). En efecto, este libro XIII de las Metamorfosis se abre con el juicio de las armas en el que se dirime a quién deben ir a parar las armas de Aquiles. Los competidores son Áyax y Ulises. En su intervención, que es la primera, Áyax dedica terribles críticas al itacense, especialmente le echa en cara que trató de “escaquearse” (perdónesenos la expresión) de la guerra de Troya, fingiéndose loco, pero Palamedes, que había acudido con Menelao a buscarle para la expedición, descubrió su engaño (este episodio lo alude Filoctetes en la obra de Sófocles, versos 1025-1026). En ese contexto Áyax dice que ojalá hubiera sido cierta la locura de Ulises, pues, de este modo, nunca hubiera llegado a Troya para inducirles a crímenes y a Filoctetes no le poseería ahora la isla de Lemnos, abandonado en ella con baldón para los griegos (non te, Poeantia proles, expositum Lemnos nostro cum crimine haberet).
Después de la toma de Troya, Filoctetes regresó a Grecia, a su patria de Eta, tras depositar en la tumba de Heracles el botín conseguido en Ilión. Otra versión cuenta que viajó a Italia meridional, donde fundó varias ciudades en la región de Crotona, como Petelia y Macala, donde consagró a Apolo las flechas de Heracles.
Volvamos al poema de Mayrhofer.
El poema nos presenta al héroe tesalio, cuyo nombre aparece en el título de la obra, sentado (da sitz ich) en la playa (eso parece evocar el in den Sand del verso 1) de una isla, por lo demás desierta, desolada (como leemos en el verso 4: der wüsten Insel). Nosotros sabemos, por el mito, que la isla es Lemnos. Es muy destacable que ya en el primer verso Filoctetes nos informe de su carencia (ohne Bogen = sin mi arco). El héroe está sentado, cual antiguo Robinson Crusoe, en la playa de la isla, mirando detenidamente hacia la arena (starre in den Sand).
Ya en el segundo verso aparece el nombre del autor de las desgracias de Filoctetes; no es otro que Ulises a quien se dirige una inquisitiva pregunta (was tat ich dir Ulysses?). En el poema Ulises es quien ha arrebatado el arco a Filoctetes (daß du sie mir entwandt), no así en la tragedia sofoclea. Por cierto, el sie de este segundo verso se refiere, anticipándolas, a las palabras die Waffe, que inician el verso siguiente; nos parece esto más aceptable que no que se refiera a Bogen en plural; Bogen es masculino y se refiriera anafóricamente a esa palabra en singular, debería decir den; por ello entendemos que este pronombre sie prepara a die Waffe del verso siguiente y no tanto se refiere a Bogen del verso 1, que sería entonces plural, lo cual es posible ya que esta palabra hace el plural Bogen (en alemán del sur Bögen) y abarcaría entonces tanto el arco como las flechas, o tratarse de un plural poético. En Apolodoro (Epítome, V, 8) son Diomedes y Ulises los que se arrebatan a Filoctetes con astucia las armas. Pero, pese a no ser Ulises el que arrebató directamente el arco, el propio Filoctetes dice en el verso 1134-1135: en sustitución serás manejado por otro dueño, un hombre fecundo en ardides, en clara alusión al héroe itacense.
Esas armas, según relata Filoctetes en el poema que nos ocupa, han sido mensajero de la muerte para los troyanos (den Trojern des Todes Bote war). Estas palabras se refieren a la profecía de Héleno (o Calcante, según las versiones) de que Troya sólo sería tomada con las armas de Heracles. Armas que también han sido el sustento del héroe en la desierta Lemnos (la soledad de la isla la describe Filoctetes en la tragedia sofoclea homónima, versos 301-304). Que las armas sean su sustento es narrado por el propio Filoctetes en la tragedia sofoclea, en los versos 287 a 292 o el coro en la antistrofa del estásimo 1º (710-711). Más adelante Filoctetes (verso 933) se refiere al arco como su vida (τὸν βίον = mi vida = el Unterhalt de Mayrhofer). Otra nueva alusión en Sófocles al arco como medio de caza lo encontramos en los versos 955-956 (οὐ πτηνὸν ὄρνιν, οὐδὲ θῆρ᾿ ὀρειβάτην τόξοις ἐναίρων τοισίδ’ = sin poder matar con este arco alados pájaros ni montaraces fieras), curiosamente los dos tipos de animales citados por Mayrhofer (Vogelschwärme, der braune Hirsch). La misma idea en 1108-1110 (οὐ φορβὰν ἔτι προσφέρων, οὐ πτανῶν ἀπ᾿ ἐμῶν ὅπλων κραταιαῖς μετὰ χερσὶν ἴσχων = sin proporcionarme ya alimentos procedentes de mis aladas armas, las que yo sujetaba con mis fuertes brazos). El verso 1126 lo deja aún más claro: τὰν ἐμὰν μελέου τροφάν (= mi medio de vida).
Las bandadas de aves (Vogelschwärme) que sobrevuelan la canosa cabeza (über'm greisen Haupt) de Filoctetes y el pardo ciervo (der braune Hirsch) que surge de la espesura no tienen nada que temer, pues el héroe ya no posee el arco (Ich greife nach dem Bogen, umsonst, er ist geraubt). Esta idea está en la antistrofa 2ª, dentro del estásimo 3º, de la tragedia sofoclea, que es en realidad un diálogo lírico entre Filoctetes y el coro. La traducción que ofrecemos es la de Assela Alamillo en la editorial Gredos.:
¡Oh aladas presas y fieras de brillantes ojos a quienes esta región mantiene paciendo en sus montes! ¡No os alejéis ya a saltos huyendo de mi gruta! Pues no tengo en mis manos, ¡desgraciado de mí!, las flechas que eran antes mi protección
Antes, en la estrofa Filoctetes ha dicho:
¡Ay de mí! Sentado en cualquier punto de la playa ante el espumoso mar, se está riendo de mí, blandiendo en su mano mi medio de vida, desdichado, el arma que nadie alzó nunca. ¡Oh arco querido, arrebatado de mis manos! Probablemente estás viendo con piedad, si es que algún sentimiento tienes, que el amigo de Heracles en adelante no te utilizará ya y que, en sustitución, serás manejado por otro dueño, un hombre fecundo en ardides.
El antepenúltimo verso es una llamada a Némesis, que personifica la venganza divina. Extender las manos hacia arriba, hacia el cielo, es una forma de culto, llamada plegaria, muy frecuente en la Grecia Antigua. El penúltimo y último versos del poema son una llamada a Ulises (al que se califica de “astuto rey”- schlauer König -) para que, temiendo el castigo de la diosa Némesis, se apiade de Filoctetes y le devuelva el arco.
En la tragedia de Sófocles hay muchas intervenciones de Filoctetes deseando desgracias para Ulises, y también para los Atridas (314-316, 416-418, 1035, etc.).
Es, en definitiva, un poema de diez versos con rima: AABBCCDDEE, que realiza una breve, pero al tiempo completa alusión al mito de Filoctetes. Están presentes su soledad en la isla, su imposibilidad de alimentarse, su odio a Ulises que le ha arrebatado sus armas, la referencia a la caída de Troya mediante el uso de su arco, su petición de venganza, su llamada a la compasión de su enemigo y su exigencia para que le sea devuelto su medio de vida.
1 comentario:
Noi, enhorabona. M'ha agradat molt aquest "post".
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