miércoles, 18 de abril de 2007

Filoctetes revisitado (IIId, los personajes: Ulises: el arte de la mentira y la razón de estado)

Hace ya tiempo que no escribía ni hacía ninguna nueva aportación a este blog. La presente es continuación de ese conjunto de artículos dedicados a la tragedia de Sófocles, Filoctetes.
Comenzamos la serie hablando de un poema de Mayrhofer, musicado por Schubert, que nos sirvió de excusa para releer la obra. Dedicamos, después, cuatro artículos a un repaso de las sentencias de la obra, que, de paso, nos permitieron realizar un análisis de su estructura y argumento.
Después hemos seguido con los personajes principales de la obra y, en ese sentido, hemos dedicado otros tres artículos al personaje de Neoptólemo. Pues bien, tras este paréntesis, volvemos a los personajes y hoy tratamos a Ulises.
Ulises se muestra en la tragedia, sin duda, como un maestro del engaño. Su intervención en los versos 54 a 86 es antológica por lo que hace a la frialdad de cálculo, al pragmatismo en la consecución de un objetivo, la indiferencia por el contenido y el valor moral de la discusión. No obstante, no debemos ver en Ulises el prototipo del malvado, un ser con rasgos diabólicos. Ulises se limita a prestar un servicio a los helenos (en ese sentido es un patriota) haciendo gala de su proverbial astucia y de su falta de escrúpulos. Como él mismo se encarga de dejar claro al comienzo (6 me habían ordenado hacerlo los que mandaban (ταχθεὶς τόδ᾿ ἔρδειν τῶν ἀνασσόντων ὕπο), abandonó a Filoctetes siguiendo órdenes de los dirigentes de la expedición y ahora actúa como comisionado de la asamblea militar y es el responsable del éxito del plan trazado, del que depende, nada menos, que la toma de Troya.
Examinemos esos versos (54-86) que corren a cargo de Ulises.
El comienzo es claro. A la pregunta “¿qué ordenas (= τί δῆτ᾿ ἄνωγας;)” de Neoptólemo, la respuesta es directa:
54-55 te necesito para que, al hablarle, engañes con tus palabras el ánimo de Filoctetes (τὴν Φιλοκτήτου σε δεῖ ψυχὴν ὅπως λόγοισιν ἐκκλέψεις λέγων).
Después le marca el terreno de forma meridiana (56-64):
Debe responder, cuando sea preguntado por Filoctetes, que es hijo de Aquiles. Ulises no da puntada sin hilo: “esto no hay que ocultarlo” (τόδ᾿ οὐχὶ κλεπτέον). Conviene que Filoctetes sepa que Neoptólemo es hijo del héroe de Ptía.
Debe hacer ver que vuelve a su hogar y que ha abandonado el cerco de Troya. ¿Por qué?
Ha surgido un gran odio contra los aqueos, porque éstos le han engañado. Se trata de preparar el camino, de atraerse la benevolencia de Filoctetes, cuando compruebe que Neoptólemo ha sido tratado de forma semejante a él y guarda gran rencor por los aqueos.
Es curioso como en el discurso engañoso que está tejiendo Ulises para Neoptólemo, esté presente, de alguna forma, el engaño. Observemos cómo Neoptólemo es llamado a Troya con la excusa de que es el único medio para conquistar la fortaleza de los dánaos. Luego se le niegan las armas de su padre, que son entregadas a Ulises.
El objetivo de Ulises es despertar una relación de afecto de Filoctetes con Neoptólemo, al observar el primero cómo el segundo sufre también, de alguna forma, por causa de Ulises.
El sarcasmo y el cinismo de Ulises no tienen límite. Hasta el punto que “permite” a Neoptólemo que exprese ante Filoctetes “los más mezquinos ultrajes” (ἔσχατ᾿ ἐσχάτων κακά) contra él mismo.
66 “En nada me ofenderás con ello”. Le espeta al joven como invitándole a ello, si mediante esta añagaza se consigue el objetivo marcado.
A continuación viene la razón de estado:
66-69: “Y, si no lo haces, lanzarás a la ruina a todos los argivos. Pues si no es capturado el arco de éste, te será imposible conquistar la llanura de Dárdano”.
Ulises mete a Neoptólemo en un gran compromiso. Le habla en segunda persona (εἰ δ᾿ ἐργάσῃ μὴ ταῦτα= si no lo haces), con lo cual lanza la pelota a su tejado y vuelca en él toda la responsabilidad de la conquista de Troya.
Además las consecuencias de la negativa o el fracaso del hijo de Aquiles, afectarán a “todos los argivos” (πᾶσιν ᾿Αργείοις), con lo cual la presión es mayor.
Pero no sólo es aducida la razón de estado, sino que, astutamente, Ulises apela a la vanidad de Neoptólemo. La razón de Estado no es anónima y burocrática, sino que viene acompañada de gloria y reputación. Obsérvese que Ulises dice:
“TE será imposible conquistar la llanura de Troya” (οὐκ ἔστι πέρσαι σοι τὸ Δαρδάνου πέδον).
Más adelante volverá a usar este recurso:
119 Serías reputado por sabio tanto como por valiente (σοφὸς τ᾿ ἂν αὑτὸς κἀγαθὸς κεκλῇ᾿ ἅμα)
y será tras esta apelación al honor cuando Neoptólemo se decida finalmente a engañar a Filoctetes.
Después Ulises aduce las razones para no ser él quien intente engañar a Filoctetes y sí Neoptólemo. El hijo de Aquiles ha viajado a Troya sin estar obligado por el juramento que los aqueos pretendientes de Helena hicieron a Tindáreo, su padre, ni a la fuerza, ni en la primera expedición. Además, si Ulises se presenta con Neoptólemo ante Filoctetes lo puede poner en peligro, ante una posible reacción airada de un Filoctetes armado. El astuto Odiseo sabe que el éxito de su misión depende exclusivamente de la decisión de Neoptólemo. No es ocasional que para lograr su cometido haya elegido al hijo del mejor de los aqueos, puesto que él no podía presentarse personalmente ante Filoctetes con el fin de persuadirlo de entregar su arco. Así, la juventud, por un lado, y el prestigio del hijo de Aquiles, por el otro, se le presentan como indicios seguros de éxito.
En el verso 77, Sófocles pone en labios de Ulises un verbo muy significativo:
Es necesario que en esto mismo te las ingenies para sustraerle las armas invencibles (ἀλλ’ αὐτὸ τοῦτο δεῖ σοφισθῆναι, κλοπεὺς ὅπως γενήσῃ τῶν ἀνικήτων ὅπλων).
El verbo σοφίζω en activa significa “instruir, enseñar, hacer sabio”; en voz media “emplear procedimientos hábiles o fraudulentos”. Aquí se utiliza en pasiva. Es un verbo denominativo del adjetivo “sabio” (σοφός) y el sustantivo de resultado es σόφισμα (sofisma) que el diccionario traduce como “razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso”.
Para dulcificar su exigencia, Ulises concede a Neoptólemo una virtud:
79-80 Sé, hijo, que no estás predispuesto por tu naturaleza a hablar así ni a maquinar engaños (ἔξοιδα, παῖ, φύσει σε μὴ πεφυκότα τοιαῦτα φωνεῖν μηδὲ τεχνᾶσθαι κακά).
En efecto, Ulises presupone que en la naturaleza de Neoptólemo no está la mentira y el engaño.
Ya hablamos de ello a propósito del personaje de Neoptólemo.
La φύσις, para el pensamiento griego desde sus orígenes, ha sido un elemento muy importante en toda formación. La educación se enmarca dentro de una idea determinada por este concepto; es decir que la παιδεία griega considera a la naturaleza como el principio de todo esfuerzo pedagógico.
Este concepto de educación, ligado de manera directa a una concepción aristocrática de la φύσις, aparece del mismo modo expresado en los poemas homéricos. Allí, el término implica la subordinación al linaje de sangre, siendo éste el factor determinante de toda posible educación, que sólo tiene por objeto hacer aflorar la propia naturaleza.

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