sábado, 5 de abril de 2008

Las dos Ifigenias (II)

La escena del fresco y el personaje protagonista, la joven hija de Agamenón y Clitemnestra, me han inspirado unos artículos sobre la presencia de Ifigenia en la música.
No es la primera vez que a nuestro blog llega el poeta Johann Baptist Mayrhofer, de la mano, además, de Franz Schubert.

Ya hablamos de un Lied sobre Filoctetes, musicado por el vienés. Pues bien, también Mayrhofer escribió dos poemas referidos a nuestro asunto, Iphigenia y Orest auf Tauris, ambos puestos en música por Schubert.
Comenzamos por Iphigenia.
Iphigenia de Johann Baptist Mayrhofer (1787-1836), musicado como "Iphigenia", op. 98 nº. 3, D. 573 por Franz Schubert (1817) y publicado en 1829):

Blüht denn hier an Tauris Strande,
[Aus dem teuren Vaterlande keine Blume],
Weht kein milder Segenshauch
Aus den seligen Gefilden,
Wo Geschwister mit mir spielten? -
Ach, mein Leben ist ein Rauch!
Trauernd wank' ich in dem Haine -
Keine Hoffnung nähr' ich - keine,
Meine Heimat zu erseh'n,
Und die See mit hohen Wellen,
Die an Klippen sich zerschellen,
Übertäubt mein leises Fleh'n.
Göttin, die du mich gerettet,
An die Wildnis angekettet, -
Rette mich zum zweitenmal;
Gnädig lasse mich den Meinen,
Laß' o Göttin! mich erscheinen
in des großen Königs Saal!

En esta página podemos oír unos segundos de la segunda versión del poema que tiene unas ligeras variantes. Hemos de clicar sobre el triangulito que hay en la pista 9 y oiremos teuren Vaterlande keine Blume, weht kein Hauch aus den seligen Gefilden, wo Geschwister mit mir spielten?, ach, mein Leb; entonces la música se desvanece y después se oye el fragmento de otro Lied.

Ofrecemos nuestra traducción, con petición de perdón a quienes dominen la lengua de Goethe, por las barbaridades que hayamos podido cometer.

¿No florece pues aquí en la playa de Táuride,
Ninguna flor de mi querida patria?
¿No sopla una apacible brisa
De esos bienaventurados campos
Donde mis hermanas jugaban conmigo?
¡Ay, mi vida es humo!
Tristemente me tambaleo por la arboleda-
Ninguna esperanza alimento- ninguna -
De volver a ver mi patria;
y el mar, con altas olas
que se estrellan contra las rocas,
ahoga mi suave súplica.
Diosa, que me has salvado,
Y me has encadenado a este desierto,
Libérame por segunda vez;
Con indulgencia permíteme este pensamiento-
Permítelo, oh diosa! – que yo pueda aparecer
En la sala del gran rey!

En este poema, Mayrhofer nos sitúa a Ifigenia en su exilio de Táuride, adonde ha llegado, llevada por la diosa Ártemis. Como veremos más adelante, en el momento supremo del sacrificio de la muchacha, hija de Agamenón y Clitemnestra, la diosa pone en su lugar una cierva y se lleva a Ifigenia a Táuride, donde la convierte en su sacerdotisa; allí tiene por misión sacrificar a los extranjeros que allí llegaran como ofrendas a la diosa. Ifigenia describe Táuride como una tierra inhóspita.

La Táuride es una península, hoy Crimea, en Ucrania, que pertenecía a la región de Escitia. No hay flores, no hay suave brisa, ni campos bienaventurados donde Ifigenia jugaba con sus hermanas. Éstas eran Electra y Crisótemis, la hermana menos conocida de la familia de Agamenón.
Es curioso que la expresión mein Leben ist ein Rauch (mi vida es humo) es muy griega.

En Áyax de Sófocles leemos:

῞Ορῶ γἀρ ἡμᾶς οὐδὲν ὄντας ἄλλο πλὴν
εἴδωλ', ὅσοιπερ ζῶμεν, κούφην σκιάν.
(125-126)
Pues veo que cuantos vivimos nada somos sino fantasmas o sombra vana

En Filoctetes, verso 947, también de Sófocles:

κοὐκ οἶδ᾿ ἐναίρων νεκρόν, ἢ καπνοῦ σκιάν,
εἴδωλον ἄλλως

“sin darse cuenta de que ha destruido un cadáver, una sombra de humo, una mera apariencia”.




En el propio Sófocles (Antígona, 1170) aparece:

τἄλλ᾿ ἐγὼ καπνοῦ σκιᾶς
οὐκ ἂν πριαίμην ἀνδρὶ πρὸς τὴν ἡδονήν

“no le compraría yo a este hombre todo lo demás por la sombra del humo, en lugar de la alegría”.



El modelo lo encontramos en Píndaro (versos 94 y 95 de la Pítica VIII):

ἐπάμεροι· τί δέ τις; τί δ᾿ οὐ τις; σκιᾶς ὄναρ ἄνθρωπος
¡Seres de un día! ¿Qué es cada uno? ¿Qué no es? El hombre es sueño de una sombra.

La joven Ifigenia no alberga ninguna esperanza de volver a su Micenas natal. El embravecido mar que rompe contra las olas ahoga sus súplicas a la diosa Ártemis, para que la deje volver.
Pero, ahora, surge en la joven un grito impetuoso (Rette mich zum zweitenmal = libérame por segunda vez), que nos recuerda el episodio de la primera liberación, ocurrido en Áulide.
El final del poema es interesante. Ifigenia suplica a Ártemis poder presentarse en la sala del palacio de Agamenón. Dos comentarios sobre esto. La Saal que expresa Mayrhofer no es otra cosa que la sala principal del megaron, el modelo arquitectónico que define la personalidad de la arquitectura micénica.

El gran rey no es otro que Agamenón, el padre de Ifigenia. Y aquí, tal vez, nos encontremos con una ironía. ¿Sabe Ifigenia que su padre ha sido asesinado, al regresar de Troya, por Egisto, el amante de su madre Clitemnestra y su propia esposa? Es cierto que no sabemos en qué momento de su estancia en Táuride pronuncia Ifigenia estas palabras, pero, probablemente, Agamenón ya ha sido asesinado y, quizás, también Clitemnestra, a manos de Orestes, y por instigación de la otra hermana, Electra.



Precisamente Orestes y su llegada a Táuride son el asunto de otro poema de Mayrhofer, también musicado por Schubert del que hablaremos en nuestro próximo artículo.

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