Nosotros nos centraremos en la tercera de las lecturas, el evangelio de Mateo, 5, 1-12a, aunque, para redondear nuestra aportación recorreremos el resto de ese capítulo, así como el 6 y el 7, conocidos como "el sermón de la montaña" El comienzo de este extenso discurso es lo que se conoce como las "bienaventuranzas". Contiene una ambientación inicial y una serie de bienaventuranzas.
Nuestra reflexión sobre el pasaje es morfológica, porque nos centraremos en el uso de los verbos que hace Mateo, ya que ofrece al profesorado de griego una cantera muy abundante para extraer formas verbales susceptibles de ser analizadas por los alumnos y que demuestra que la conjugación no es algo etéreo o teórico, sino que las formas verbales se usan, incluso las aparentemente más raras o que puedan parecer menos usuales.
Pero queremos primero dar una pequeña explicación del pasaje.
El primer evangelio fue escrito para una comunidad de cristianos de origen judío que seguían valorando y practicando la Ley de Moisés y las costumbres religiosas propias del judaísmo: la limosna, la oración y el ayuno (Mt 6, 1-18). Jesús afirma claramente que él no ha venido a abolir los preceptos de la ley, sino a revelar su verdadero y pleno significado (Mt 5, 17). Los mandamientos siguen vigentes, pero no se pueden comprender con la mentalidad estrecha y mezquina de los escribas y fariseos. Ellos los cumplen al pie de la letra, pero se olvidan de su espíritu, que es la práctica del amor (Mt 5, 21-48).
El "sermón de la montaña" viene a ser de esta manera un auténtico programa de vida cristiana. No se trata de un reglamento donde todo está estipulado y detallado, sino de una especie de síntesis de las lineas maestras que deben guiar la vida del discípulo de Jesús, acompañadas de algunos ejemplos ilustrativos. De hecho, los que se acercan a escucharlas de un modo particular son los discípulos -προσῆλθαν αὐτῶ οἱ μάθηταὶ αὐτοῦ - (Mt 5, 1b). Esto explica el carácter aparentemente excesivo de sus exigencias, que ciertamente resultan incomprensibles para quienes no se han decidido a seguir a Jesús y no han optado radicalmente por el Reino que él anuncia. Sólo si se lee con mentalidad de discípulo puede entenderse el "sermón de la montaña" como un verdadero programa de vida.
Ésa y no otra es la clave para entender y acoger estas palabras de Jesús. Cuando él proclama la llegada del Reino, exige también una inversión total de los criterios que imperan en este mundo. El mejor ejemplo de ello lo encontramos en las bienaventuranzas que encabezan este discurso (Mt 5, 3-11). En ellas están reflejados una serie de valores alternativos que son los que guiaron la vida de Jesús y los que deben hacer suyos quienes le siguen. Son como el "retrato robot" al que deberían parecerse los verdaderos discípulos, el sendero por el que caminan los que descubren que no hay mayor felicidad que hacer lo que Dios quiere.
Las bienaventuranzas responden a un género literario que encontramos en algunas tradiciones del Antiguo Testamento (Eclesiástico 25, 7-11). En esas tradiciones, la bienaventuranza es sinónimo de bendición, y las razones por las que se declara a alguien bienaventurado suelen ser la riqueza, la salud, el tener buena fama. Son razones tan obvias que no necesitan explicación. Sin embargo, en la lista que encontramos en Mateo, cada una de las bienaventuranzas va acompañada de justificación, de un porqué (ὅτι).
Las ocho primeras bienaventuranzas mantienen cierta unidad: están escritas en tercera persona (αὐτῶν ἐστι, αὐτοί) y aparecen enmarcadas por la doble referencia al Reino de los Cielos - ἡ βασιλεία τῶν οὐρανῶν -, primera y octava. Para redactar las cuatro primeras bienaventuranzas (Mt 5, 3-6) parece que Mateo utilizó el mismo material que Lucas (Lc 6, 20-23). Se refieren de diversas formas a situaciones vitales de ésos a quienes Mateo llama "los pobres en el espíritu" (οἱ πτωχοὶ τῷ πνεύματι): los que están tristes, los humildes, los que tienen hambre y sed de hacer la voluntad de Dios. Aunque su situación presente no es la mejor, son declarados felices porque viven abiertos a la acción de Dios.
La novena bienaventuranza (5, 11-12) parece una aplicación concreta de la anterior. Como se puede apreciar, está escrita, a diferencia de las otras, en segunda persona (ἐστε) y contiene una referencia expresa a la persecución que seguramente estaban sufriendo los cristianos de aquel tiempo. Ambas razones nos hacen pensar que Mateo cambia el tono con la finalidad de que quede claro que todo lo dicho anteriormente va dirigido a los cristianos de su comunidad.
Los verbos de las bienaventuranzas
Titulamos nuestro post Futuros pasivos para la felicidad porque en ellas aparecen cuatro futuros pasivos (παρακληθήσονται, χορτασθήσονται, ἐλεηθήσονται, κληθήσονται): "serán consolados", "serán saciados", "serán objeto de misericordia", "serán llamados" en un contexto que, como hemos dicho más arriba, pretende presentar un camino que lleve a la persona a la felicidad.
El primero (compuesto) y el último son de un verbo contracto -καλέω - que nos permite explicar el alargamiento de la vocal abierta que cierra la raíz de estos verbos y hacer hincapié en que en este verbo se produce una síncopa de la alfa. El segundo (χορτάζω) es un verbo en oclusiva dental que presenta el cambio de la dental de la raíz en sigma ante la dental de la característica temporal de futuro pasivo. El tercero también es contracto (ἐλεέω) y presenta el consabido alargamiento. Por cierto, podemos utilizar este verbo para explicar la expresión Kyrie, eleison, primera de las partes de una misa musicada (las otras son Gloria, Credo, Sanctus, Benedictus, Agnus Dei) y única en griego. La forma eleison es segunda persona del singular del imperativo de aoristo con itacismo de la eta (η).
Pero el fragmento (Mt 5, 1-12a) es rico en otras formas verbales y además permite estudiar un poquito el uso del participio.
Tenemos 9 participios. Tres de aoristo (ἰδών, καθίσαντος, ἀνοίξας), de ellos dos apositivos, concertados con un Jesús (ὁ 'Ιησοῦς) que aparece expreso nada menos que en el capítulo 4, versículo 23 y uno absoluto, el segundo. Cinco de presente (λέγων, πενθοῦντες, πεινῶντες, διψῶντες, ψευδόμενοι), de ellos 2 apositivos, primero y último, y 3 atributivos con artículo. Tres de verbos contractos, los tres atributivos, y uno en voz media, el último que puede servir para hacer ver la importancia de la voz, ya que el verbo ψεύδω en activa es "engañar" pero en media es "mentir". Finalmente, tenemos uno de perfecto medio de un verbo en oclusiva gutural(δεδιωγμένοι), que nos sirve para explicar el cambio a gamma de las oclusivas guturales ante una μ.
Hay 2 indicativos de aoristo, uno radical atemático (ἀνέβη, de ἀναβαίνω) y otro aoristo segundo (προσῆλθαν, de προσέρχομαι), este último forma tardía neotestamentaria.
Un imperfecto, ἐδίδασκεν de διδάσκω con ν efelcística.
Tres indicativos de presente (ἐστίν, ἐστἰν, ἐστε), los tres del verbo copulativo.
Un indicativo de futuro activo de un verbo contracto (κληρονομήσουσιν, de κληρονομέω) y otro en voz media (ὄψονται, de ὁράω) con una raíz que da juego para la etimología (panorama, óptica, optometrista, oftalmólogo, -oide, ídolo, etc.).
Hay también 2 imperativos de presente (χαίρετε, ἀγαλλιᾶσθε), el segundo de un verbo contracto (repaso de las reglas de contracción).
Finalmente, tenemos tres subjuntivos de aoristo, uno de un verbo en oclusiva dental (ὀνειδίσωσιν, de ὀνειδίζω), otro en oclusiva gutural (διώξωσιν, de διώκω) y el tercero es aoristo segundo (εἴπωσιν, de εἴπω ) que le hace de aoristo a λέγω.
En fin, un fragmento rico en formas verbales, como lo es también el capítulo 6 y el 7.
Por seguir con los futuros pasivos tenemos en este "sermón", entre otros, los siguientes:
μωρανθῇ, ἁλισθήσεται, κρυβῆναι, κληθήσεται, βληθήσῃ, εἰσακουσθήσονται, προστεθήσεται, κριθῆτε, κριθήσεσθε, μετρηθήσεται, δοθήσεται, ἀνοιγήσεται.
Podríamos seguir, pero nos conformamos con lo que hemos apuntado. Los docentes de griego pueden usar estos tres capítulos de Mateo que, repetimos, presentan una riqueza verbal extraordinaria que puede servir para explicar, repasar y analizar formas verbales.
Para acceder a los textos pincha aquí.
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