sábado, 3 de marzo de 2007

Filoctetes revisitado (II, las sentencias dentro del argumento y la estructura. Segunda parte)

Seguimos en esta nueva entrada con el repaso a las sentencias del Filoctetes sofocleo. Como hicimos en la anterior, ofrecemos también un acercamiento al argumento y la estructura de la obra.
En el verso 219 se inicia el episodio 1º que se extiende hasta el verso 675.
La presencia de los griegos sorprende a Filoctetes que inquiere su procedencia y origen, aunque intuye su linaje griego por los vestidos; necesita, no obstante oír su voz (225 φωνῆς δ᾿ ἀκοῦσαι βούλομαι); al tiempo les pide que no teman ante su salvaje aspecto. Neoptólemo le confirma que son griegos y la escucha de palabras, y además pronunciadas en su lengua, causa una gran alegría y emoción en Filoctetes (234 ὦ φίλτατον φώνημα), que desea saber las razones por las cuales han llegado a Lemnos.
Neoptólemo se presenta respondiendo que es de Esciros y que navega hacia Grecia. Además dice su nombre y su linaje. En el diálogo que sigue Filoctetes se extraña de que Neoptólemo no sepa quién es y, desde el verso 254 y hasta el 316, hay una larga intervención de Filoctetes en la que narra su historia. Por ella sabemos del impío abandono del héroe por parte de quienes ahora ríen y guardan silencio sobre su persona y hazañas (257-258 ἀλλ’ οἱ μὲν ἐκβάλοντες ἀνοσίως ἐμὲ γελῶσι σῖγ᾿ ἔχοντες = los que me abandonaron impíamente se ríen guardando silencio), de su enfermedad creciente (258-259 ἡ δ᾿ ἐμὴ νόσος ἀεὶ τέθηλε κἀπὶ μεῖζον ἔρχεται = mientras que mi dolencia no deja de crecer y va a más), de su nombre y filiación, del tipo de vida ha llevado hasta ahora, cazando aves con sus flechas y habiendo conseguido encender fuego y de la soledad de la isla sólo visitada por algún navegante perdido. Es destacable la reiteración de Filoctetes en la idea de su abandono.
Lo hace en el verso 257 usando el adverbio “impiamente”, según hemos indicado arriba, lo repite en el 264-265, utilizando ahora el adverbio “vergonzosamente” (ὃν οἱ δισσοὶ στρατηγοὶ χὡ Κεφαλλήνων ἄναξ ἔρριψαν αἰσχρῶς = al que los dos caudillos y el rey de los cefalonios abandonaron vergonzosamente), insiste en la idea en el 268-269 añadiendo la idea de soledad (μ᾿ ἐκεῖνοι, παῖ, προθέντες ἐνθάδε ᾤχοντ᾿ ἐρῆμον = hijo, aquéllos me dejaron aquí solo y se marcharon), y lo reitera en los versos 271-272 añadiendo ahora que el abandono se produjo mientras él dormía y con gozo por parte de quienes lo hicieron (τότ’ ἄσμενοί μ’ ὡς εἶδον ἐκ πολλοῦ σάλου εὕδοντ’... λιπόντες ᾤχονθ’ = entonces tan pronto como vieron que yo estaba durmiendo después de la fuerte marejada contentos me abandonaron y se fueron tras dejarme).
Su intervención se cierra volviendo a citar a los culpables de su situación, antes aludidos de forma poco clara (οἱ δισσοὶ στρατηγοὶ χὡ Κεφαλλήνων ἄναξ = los dos caudillos y el rey de los cefalonios), con sus nombres más claros, esto es, los Atridas y el violento Odiseo (314-315 τοιαῦτ᾿ ᾿Ατρεῖδαί μ᾿ ἥ τ’ ᾿Οδυσσέως βία, ὦ παῖ, δεδράκασ’ = ¡tales son las cosas que me han infligido, oh hijo, los Atridas y el violento Odiseo!), para los que pide un castigo divino (315-316 a quienes quieran los dioses olímpicos permitir que sufran algún día padecimientos que sean expiación de lo míos = οἷς ᾿Ολύμπιοι θεοὶ δοῖέν ποτ᾿ αὐτοῖς ἀντίποιν᾿ ἐμοῦ παθεῖν).
Neoptólemo, siguiendo las indicaciones que le diera Odiseo (versos 57 a 65), se presenta él mismo como objeto de las acciones perversas de los Atridas y Odiseo (fue llamado a Troya desde Esciros con la excusa de que sólo él debía tomar la fortaleza de los dárdanos tras la muerte de su padre y los Atridas le negaron las armas de Aquiles que fueron otorgadas a Ulises). En ese relato habla de la muerte de Aquiles, hecho que conmueve a Filoctetes. En su intervención Neoptólemo habla de su fuerte enfrentamiento con los Atridas y, sobre todo, con Ulises y de que ahora, tras las injurias sufridas en Troya, navega de regreso hacia su patria.
Neoptólemo concluye su parlamento con dos frases llamativas. La primera, la podemos considerar una sentencia:
387-388 Quienes de los mortales obran contra la ley llegan a ser malvados por los consejos de sus maestros (= οἱ δ᾿ ἀκοσμοῦντες βροτῶν διδασκάλων λόγοισι γιγνονται κακοί).
La segunda, es una terrible demostración de odio a los Atridas:
389-390 Que sea querido para los dioses del mismo modo que para mí el que odie a los Atridas (= ὁ δ᾿᾿Ατρείδας στυγῶν ἐμοί θ᾿ ὁμοίως καὶ θεοῖς εἴη φίλος).
Sigue la estrofa de un canto festivo del coro que alaba la figura de Cibeles.
Filoctetes celebra que Neoptólemo y sus acompañantes tengan también motivos de odio hacia los Atridas y Odiseo, de quien asegura saber que es maestro del engaño y de la astucia para realizar acciones injustas (ἔξοιδα γάρ νιν παντὸς ἂν λόγου κακοῦ γλώσσῃ θιγόντα καὶ πανουργίας). Sus palabras son un ejemplo de ironía trágica, tan del gusto sofocleo, pues se insertan en un diálogo con Neoptólemo que es un plan diseñado por Odiseo para arrebatarle su arco.
A continuación Neoptólemo da a conocer la muerte de Áyax que, a juicio de Filoctetes, no hubiera permitido el desprecio al joven hijo de Aquiles. La frase con la que Neoptólemo anuncia la muerte de Áyax es muy hermosa:
415 ὡς μηκέτ᾿ ὄντα κεῖνον ἐν φάει νόει = sabe que él ya no está en la luz, i. e., ya no vive.
Filoctetes se lamenta de que, en cambio, estén vivos Ulises y Diomedes, quienes, como apunta Neoptólemo, son ahora muy influyentes en el ejército argivo y, además, se interesa por la suerte de otros personajes: Néstor, Patroclo, Tersites. En este intercambio de información hay un tema recurrente: la prematura muerte de “los mejores” y la longevidad de los “malvados”. Pero antes de citar frases referidas a este asunto, destacamos otra, pronunciada por Neoptólemo, a propósito de Ulises:
431-432 Incluso las mentes hábiles tropiezan a menudo, Filoctetes (ἀλλὰ χαἱ σοφαὶ γνῶμαι, Φιλοκτῆτ᾿, ἐμποδίζονται θαμά).
La primera sentencia (repetida en el fragmento 652 de Sófocles y en el fragmento 101 de Anacreonte) referida al asunto de la muerte de los “mejores” aparece en los versos 436-437:
Πόλεμος οὐδὲν᾿ ἄνδρ᾿ ἑκὼν αἱρεῖ πονηρόν, ἀλλὰ καὶ χρηστοὺς ἀεί = la guerra, por su gusto, no se llevan a ningún malvado, sino siempre a los mejores.
Filoctetes insiste en la idea en los versos 448-450, al enterarse de que Tersites, aquel personaje al que Homero describiera de forma tan negativa (Ilíada, II, 212-219), sigue vivo:
Y en cierta manera se alegran (los dioses) devolviéndonos del Hades a los perversos y ladinos, mientras que no dejan de enviar allí a los justos y honrados (καί πως τὰ μὲν πανοῦργα καὶ παλιντριβῆ χαίρουσ᾿ ἀναστρέφοντες ἐξ ῞Αιδου, τὰ δὲ δίκαια καὶ τὰ χρῆστ᾿ ἀποστέλλουσ᾿ ἀεί). Hecho que hace pronunciar a Filoctetes unas interesantes palabras: ¿Cómo hay que entender esto y aprobarlo cuando, al tiempo que alabo las obras divinas, encuentro a los dioses malvados?
La sensación que flota en el ambiente es similar a la que expresa Job en el capítulo 24 o la de estos versículos del profeta Habacuc:
2 ¿Hasta cuándo, Yahveh, pediré auxilio, sin que tú escuches, clamaré a ti: «¡Violencia!» sin que tú salves? 3 ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y tú miras la opresión? ¡Ante mí rapiña y violencia, querella hay y discordia se suscita!
Neoptólemo, tras volver a denostar a los Atridas y Ulises, a los que dedica nuevas lindezas, hace ademán de marchar a su nave para volver a su patria, Esciros, deseando a Filoctetes el restablecimiento de su enfermedad. En ese momento, Filoctetes abraza sus rodillas, en actitud de suplicante, para implorarle que, pese a lo nauseabundo de su herida, le lleve consigo y no le abandone. Para ello hace uso de una nueva y hermosa sentencia, que, en griego, hace uso de la aliteración, con la repetición de los sonidos dentales (t) y aspirados (j):
475-476 Para los hombres bien nacidos, lo moralmente vergonzoso es aborrecible y lo virtuoso es digno de gloria (τοῖσι γενναίοισί τοι τό τ᾿ αἰσχρὸν ἐχθρὸν καὶ τὸ χρηστὸν εὐκλεές).
Filoctetes apela a la conciencia de Neoptólemo, recordándole que abandonarlo sería una vergüenza y llevárselo motivo de buena fama; está dispuesto a viajar donde sea y vuelve a adoptar gestos y palabras de suplicante. Muestra gran interés por ver a su padre, de quien sospecha que está muerto, o bien, que no le han llegado los mensajes que le enviaba por medio de aquellos pocos navegantes extraviados que recalaban en Lemnos.
Sus últimas palabras son la unión de dos sentencias, muy similares, o podríamos decir, la misma sentencia amplificada. En ella se resalta la continua inseguridad de la vida humana, llena siempre de peligros que hay que temer y que pueden tener resultado feliz o desgraciado, y se invita a prevenir los futuros peligros cuando la situación en las situaciones de prosperidad:
504-506 Hay que tener en cuenta los peligros cuando se está alejado de los pesares y cuando alguien vive felizmente: entonces es, principalmente, cuando debe cuidar de que su vida no se le eche a perder sin advertirlo (εἰσορῶν ὡς πάντα δεινὰ κἀπικινδύνως βροτοῖς κεῖται παθεῖν μὲν εὖ, παθεῖν δὲ θάτερα. χρὴ δ᾿ ἐκτὸς ὄντα πημάτων τὰ δείν᾿ ὁρᾶν, χὥταν τις εὖ ζῇ, τηνικαῦτα τὸν βίον σκοπεῖν μάλιστα μὴ διαφθαρεὶς λάθῃ).
En su segunda intervención en este episodio 1º el coro intercede por Filoctetes ante Neoptólemo, quien, finalmente, accede a hacerse a la mar con Filoctetes, el cual se muestra exultante y agradecido (530 ὦ φίλτατον μὲν ἦμαρ, ἥδιστος δ᾿ ἀνήρ) e invita a Neoptólemo a visitar el lugar en el que ha transcurrido su amarga soledad. La última frase que pronuncia destaca la aceptación de las desgracias, derivada de la necesidad: 538 ἐγὼ δ᾿ ἀνάγκῃ προύμαθον στέργειν κακά (yo, sin embargo, por necesidad he aprendido pronto a aceptar las desgracias.
En ese momento un marinero de la nave de Neoptólemo, el mismo que acompañaba al hijo de Aquiles y Ulises al comienzo de la tragedia, hace su aparición, disfrazado de mercader, como ya había anunciado Ulises en los versos 127-129. Narra que ha llegado por azar a la isla, procedente de Troya y camino de su patria, y, al enterarse de la presencia de Neoptólemo en Lemnos, ha decidido comunicarle los nuevos planes de los argivos relativos a su persona, a saber, que Fénix y los hijos de Teseo, Acamante y Demofonte, por orden de los Atridas han zarpado en su busca. A preguntas de Neoptólemo, el fingido mercader, revela que Diomedes y Ulises se preparaban también para zarpar en busca de otro hombre, precisamente de Filoctetes, cuyo nombre le ha costado pronunciar al mercader para no indisponerse con los argivos de quienes recibe muchos bienes. Según cuenta, la intención de ambos personajes es llevar a Troya a Filoctetes, mediante la persuasión o la fuerza.
Recordemos que en la tragedia homónima de Eurípides son estos dos héroes, Diomedes y Ulises, los que llegan a Lemnos en busca de Filoctetes.
A continuación, el mercader expone el episodio de la captura y profecía de Heleno respecto a la toma de Troya con las armas de Heracles, de la que hablamos en nuestra primera entrada.
Filoctetes, ante esas palabras, muestra su temor y preocupación, y se refiere a Ulises con un término terrible, que en el texto griego es una aposición al demostrativo κεῖνος con el que se refiere a Ulises (622 ἡ πᾶσα βλάβη = la maldad en persona). Conocedor de la habilidad retórica y la osadía de Ulises (633-634 ἀλλ᾿ ἔστ᾿ ἐκείνῳ πάντα λεκτά, πάντα δὲ τολμητά = a aquél le es posible decir todo y a todo se atreve), urge a Neoptólemo a zarpar de Lemnos.
Ante la indicación de Neoptólemo de que el viento es contrario a la navegación, Filoctetes responde con una nueva sentencia:
641 siempre hay viento favorable cuando se huye de peligros (= ἀεὶ καλὸς πλοῦς ἔσθ᾿, ὅταν φεύγῃς κακά).
Mientras, Filoctetes recogerá de su morada lo que necesite, especialmente una planta que mitiga el dolor de su herida, y alguna flecha de las que hace uso para cazar animales y alimentarse. En ese momento, Neoptólemo le pregunta si el que lleva en las manos es el famoso arco de Heracles y le pide que se lo deje tocar. Filoctetes le asegura que podrá hacerlo por haberse apiadado de él. Neoptólemo considera un privilegio haber conocido a Filoctetes y pronuncia la siguiente sentencia:
672-673 Aquel que sabe hacer un favor por haberlo recibido antes llega a ser un amigo mejor que otro bien cualquiera (= ὅστις γὰρ εὖ δρᾶν εὖ παθὼν ἐπίσταται, παντὸς γένοιτ’ ἂν κτήματος κρείσσων φίλος).
Ambos personajes entran en la cueva, morada de Filoctetes.
Se inicia ahora el estásimo 1º (676-729), compuesto por dos estrofas y dos antistrofas. En él, el coro lamenta las penalidades que Filoctetes ha sufrido sin haber cometido maldad alguna, comparándolas con el castigo, merecido ése sí, de Ixión. Destaca en su situación especialmente la soledad y se admira de que la haya podido soportar (689-690 cómo pudo soportar una vida tan lamentable = πῶς ἄρα πανδάκρυτον οὕτω βιοτὰν κατέσχεν). Destaca los padecimientos del héroe, obligado a sufrir en soledad los dolores sólo mitigados con el empleo de hierbas. Ha tenido que buscarse la vida:
701-705 él iba de un sitio a otro arrastrándose, como un niño separado de su nodriza, allí donde hubiera recursos a su alcance (εἷρπε δ᾿ ἄλλοτ᾿ ἀλλαχᾷ τότ᾿ ἂν εἰλυόμενος, παῖς ἄτερ ὡς φίλας τιθήνας, ὅθεν εὐμάρει᾿ ὑπάρχοι πόρου).
Resalta también el tipo de vida que ha llevado, tan distinto del hombre en sociedad. No ha practicado la agricultura, no ha cosechado, no ha bebido vino. Se ha alimentado gracias a la caza y ha mitigado su sed bebiendo de un estanque. Pero ahora, gracias a la intervención de un hijo de valientes varones (i. e., Neoptólemo, hijo de Aquiles y nieto de Peleo), podrá volver a su patria.
719-720 y ahora que se ha encontrado con el hijo de valientes varones será, por fin, feliz y poderoso al salir de esos males (νῦν δ᾿ ἀνδρῶν ἀγαθῶν παιδὶ συναντήσας εὐδαίμων ἀνύσει καὶ μέγας ἐκ κείνων).

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