Continuamos con nuestro pormenorizado repaso del argumento y la estructura del Filoctetes sofocleo, en el que incluimos las sentencias que aparecen en la tragedia. Como se habrá podido comprobar en las dos partes publicadas, dentro de este segundo bloque dedicado a las sentencias, aportamos también otras frases que consideramos destacadas en la obra, y lo hacemos ofreciendo el original griego, siempre según la edición que para Oxford Classical Texts preparara A. C. Pearson en 1924, y, más concretamente, en su septuagésima reimpresión de 1987.
Se inicia el episodio 2º (730-826), protagonizado por Filoctetes y Neoptólemo.
Salen de la gruta Neoptólemo y Filoctetes y, en ese momento, el tesalio es presa de un terrible ataque de dolor, de un atroz acceso de su enfermedad, descrito con una exactitud nosográfica magnífica. Los gritos lastimeros se repiten desde el verso 732 hasta el 796 (ἆ, ἀπαπαῖ, παπαῖ, φεῦ, ὤμοι μοι).
Este episodio es glosado por Cicerón en dos de sus obras, De finibus II, 94-95 y Tusculanas II, 55, 5-10, en las que censura la actitud de Filoctetes. Hablaremos de ello en una nueva entrada.
En esta crisis Filoctetes llega incluso a pedir a Neoptólemo que le corte el pie. Y en los versos 762-766 le pide que tome y custodie el arco, que hace poco le solicitaba sujetar (ἀλλά μοι τὰ τόξ᾿ ἑλὼν τάδ᾿ ὥσπερ ᾔτου ἀρτίως,…σῷζ᾿ αὐτὰ καὶ φύλασσε), mientras remita la crisis que ahora le afecta. Filoctetes sabe que ahora se apoderará de él un sueño reparador y, apelando a su condición de suplicante, solicita de Neoptólemo que se convierta en custodio del arco y no lo entregue a Ulises y Diomedes, si se presentan mientras él duerme.
Hay un ejemplo de ambigüedad trágica, cuando Neoptólemo, en los versos 779-781 dice:
Que tengamos una travesía favorable y rápida adonde la divinidad quiera y adonde quede cumplido nuestro objetivo (γένοιτο δὲ / πλοῦς οὔριός τε κεὐσταλὴς ὅποι ποτὲ θεὸς δικαιοῖ χὡ στόλος πορσύνεται).
El espectador-lector sabe que esa travesía finalmente no será a Esciros, sino a Troya.
En su acceso de dolor Filoctetes desearía para Ulises y los Atridas los sufrimientos que ahora él padece. Si antes le pedía que le cortara el pie, ahora Filoctetes pide a Neoptólemo que le arroje al volcán Mosiclo, y recuerda el episodio del monte Eta, donde Heracles ardió en una pira que Filoctetes prendió, habiendo recibido antes del tebano, como Neoptólemo ahora del tesalio, su arco.
En este momento Neoptólemo se deja entrever la compasión que empieza a experimentar Neoptólemo:
806 Sufro desde hace rato, mientras lamento las desgracias que te afligen (ἀλγῶ πάλαι δὴ τἀπὶ σοὶ στένων κακά).
Antes de caer en el sopor, Filoctetes pide a Neoptólemo que no le abandone mientras duerma (recuérdese los versos 271-272 cuando Filoctetes recordaba su abandono en Lemnos mientras dormía) y se dan la mano como garantía. Filoctetes cae en un profundo sueño, inundado de sudor, y con una vena reventada que chorrea oscura sangre.
Comienza el estásimo 2º (827-864), sustituido por un diálogo lírico formado por una estrofa cantada por el coro, cuatro versos hexamétricos a cargo de Neoptólemo, una antístrofa y un epodo.
En la estrofa el coro intenta convencer a Neoptólemo para que aproveche la oportunidad que se le brinda.
837-838 La oportunidad, que tiene conocimiento de todas las cosas, consigue una gran victoria en el acto (καιρός τοι πάντων γνώμαν ἴσχων / πολὺ παρὰ πόδα κράτος ἄρνυται).
Neoptólemo replica que de nada valdrá el arco, si no les acompaña Filoctetes, tal como ha declarado el oráculo, y termina con una nueva sentencia moralizante:
842 Es un oprobio deshonroso jactarse de hazañas incompletas y acompañadas de falsedades (κομπεῖν δ᾿ ἔστ᾿ ἀτελῆ σὺν ψεύδεσιν αἰσχρὸν ὄνειδος).
En la antistrofa y el epodo el coro persevera en su discurso persuasivo, insistiendo en el estado de inconsciencia de Filoctetes y en la presencia de viento favorable. Pide a Neoptólemo que recapacite sobre sus palabras, aquéllas en las que indicaba la inutilidad de llevarse el arco sin su dueño y cierra, también él, su intervención con otra sentencia:
862-863 Cuida, mira si tus palabras son oportunas (ὅρα, βλέπ᾿ εἰ καίρια / φθέγγῃ).
863-864 Por lo que a mi razón se alcanza, hijo, el trabajo que se hace sin temor es el mejor (τὸ δ᾿ ἁλώσιμον / ἐμᾷ φροντίδι, παῖ, πόνος / ὁ μὴ φοβῶν κράτιστος).
Comienza el episodio 3º (865-1080). Filoctetes se despierta y Neoptólemo ordena callar al coro. El recuperado Filoctetes se admira de la presencia a su lado de Neoptólemo, a quien creía en alta mar. Recuerda su abandono a manos de los Atridas y destaca la nobleza de linaje del hijo de Aquiles, que ha permanecido junto a él, a pesar de lo desagradable de su herida. Ambos emprenden el camino hacia la nave que les llevará a Troya, aunque Filoctetes cree que navegan hacia su patria.
Neoptólemo se detiene. La conciencia le corroe. Estamos en uno de los puntos más interesantes de la obra. Ya el verso 806 presagiaba el proceso psicológico que experimenta el hijo de Aquiles. La compasión allí manifestada se refleja en la actuación que ahora va a tener. La duda o la angustia están presentes en todas las intervenciones del joven:
895 A partir de este momento, ¿qué debería hacer yo? (τί δῆτ᾿ ἂν δρῷμ’ ἐγὼ τοὐνθένδε γε).
897 No sé adónde debo dirigir una embarazosa resolución (οὐκ οἶδ᾿ ὅποι χρὴ τἄπορον τρέπειν ἔπος).
899 Es que me encuentro ya en una situación de angustia (ἀλλ᾿ ἐνθάδ᾿ ἤδη τοῦδε τοῦ πάθους κυρῶ).
Una de las frases más interesantes de la obra aparece ahora en boca de Neoptólemo. Cuando Filoctetes le pregunta si es la repugnancia a su enfermedad lo que le ha persuadido a no llevarle, contesta Neoptólemo:
902-903 Todo produce repugnancia cuando uno abandona su propia naturaleza y hace lo que no es propio de él (ἅπαντα δυσχέρεια, τὴν αὑτοῦ φύσιν / ὅταν λιπών τις δρᾷ τὰ μὴ προσεικότα).
Ante la afirmación de Filoctetes de que Neoptólemo no hace nada que desdiga de su nobleza de origen (cualidad que en la Atenas clásica se creía que se heredaba de padres a hijos), éste afirma:
906 Voy a quedar como un infame. Esto me atormenta desde hace rato (αἰσχρὸς φανοῦμαι· τοῦτ᾿ ἀνιῶμαι πάλαι).
Filoctetes empieza a dudar. Ahora llama a Neoptólemo este hombre (ἁνὴρ ὅδ᾿), cree que va a hacerse a la mar traicionándolo y abandonándolo.
Neoptólemo le asegura que no lo abandonará, sino que le causará un gran disgusto y reitera que hace un rato que está atormentado. Cuando Filoctetes expresa que no comprende lo que ocurre, viene la confesión del joven hijo de Aquiles:
915-916 Nada te voy a ocultar: es necesario que tú navegues a Troya, junto a los aqueos y a la flota de los Atridas (οὐδέν σε κρύψω· δεῖ γὰρ εἰς Τροίαν σε πλεῖν / πρὸς τοὺς Ἀχαιοὺς καὶ τὸν Ἀτρειδῶν στόλον).
Neoptólemo le concreta lo que van a hacer: primero curar su enfermedad y después ir a devastar la llanura de Troya. Filoctetes quiere asegurarse, sin dar crédito a lo que ha oído.
921a ¿Piensas hacer esto de verdad? (καὶ ταῦτ᾿ ἀληθῆ δρᾶν νοεῖς;).
Neoptólemo en el mismo verso, en lo que se llama ἀντιλαβή responde a Filoctetes:
921b Una imperiosa necesidad exige estas cosas (πολλὴ κρατεῖ τούτων ἀνάγκη).
Filoctetes se siente traicionado y se dirige al, hasta hace poco, amigo como extranjero, exigiéndole su arco. Neoptólemo responde con una nueva sentencia:
925-926 La justicia y la conveniencia me obligan a obedecer a los que están en el poder (τῶν γὰρ ἐν τέλει κλύειν / τό τ’ ἔνδικόν με καὶ τὸ συμφέρον ποιεῖ). Sentencia, por otra parte, que da mucho de sí.
La respuesta de Filoctetes es terrible, especialmente en su comienzo, pues dirige a Neoptólemo una cascada de descalificaciones que va in crescendo:
927 ¡Oh tú, fuego, ser totalmente espantoso y abominable modelo de funesta perfidia (ὦ πῦρ σὺ καὶ πᾶν δεῖμα καὶ πανουργίας / δεινῆς τέχνημ᾿ ἔχθιστον).
Le echa en cara que lo haya engañado, que no se avergüence de ese hecho y le implora que le devuelva su arco, su único medio de vida. A continuación se dirige a la naturaleza de la isla, calas, promontorios, montañas y animales y los pone por testigos de las acciones que el hijo de Aquiles ha realizado contra él. Recuerda que Neoptólemo le prometió llevarle a casa y ahora le lleva a Troya y que se ha quedado con el arco. Añade Filoctetes que Neoptólemo pretende llevarle por la fuerza y, en ese momento, se refiere a sí mismo como si no fuera nada, utilizando un lenguaje también presente en Antígona y con reminiscencias pindáricas.
945-946 Y a mí mismo quiere llevarme por la fuerza, como si hubiera prendido a un hombre vigoroso, sin darse cuenta de que ha destruido un cadáver, una sombra de humo, una mera apariencia (ὡς ἄνδρ᾿ ἑλών μ᾿ ἰσχυρὸν ἐκ βίας ἄγει, / κοὐκ οἶδ᾿ ἐναίρων νεκρόν, ἢ καπνοῦ σκιάν, / εἴδωλον ἄλλως). En Antígona 1170 leemos τἄλλ᾿ ἐγὼ καπνοῦ σκιᾶς / οὐκ ἂν πριαίμην ἀνδρὶ πρὸς τὴν ἡδονήν = no le compraría yo a este hombre todo lo demás por la sombra del humo, en lugar de la alegría. En los versos 94 y 95 de la Pítica VIII de Píndaro leemos: ἐπάμεροι· τί δέ τις; τί δ᾿ οὐ τις; σκιᾶς ὄναρ ἄνθρωπος = ¡Seres de un día! ¿Qué es cada uno? ¿Qué no es? El hombre es sueño de una sombra.
Filoctetes reitera una y otra vez que ha sido engañado y, dirigiéndose a la entrada de la gruta, lamenta su futuro, consumiéndose, abandonado, sin poder cazar al no tener ya su arco, y, tal vez, presa de los animales que antes cazaba. A Neoptólemo le desea la muerte, pero luego quiere saber si cambiará de opinión, y si es que no, entonces le desea una mala muerte:
961-962 ¡Ojalá mueras…! Pero aún no, no antes de saber si cambiarás de opinión otra vez. Y si es que no, ¡que tengas una mala muerte! (ὄλοιο μή πω, πρὶν μάθοιμ᾿ εἰ καὶ πάλιν / γνώμην μετοίσεις· εἰ δὲ μή, θάνοις κακῶς).
El corifeo se dirige a Neoptólemo y expresa que la decisión está en sus manos. Entonces el hijo de Aquiles expresa su compasión por Filoctetes, compasión que ya se dejó entrever en el verso 806, como comentamos:
965-966 Una profunda compasión por este hombre se ha apoderado de mí, y no ahora por primera vez, sino ya antes (ἐμοὶ μὲν οἶκτος δεινὸς ἐμπέπτωκέ τις / τοῦδ᾿ ἀνδρὸς οὐ νῦν πρῶτον, ἀλλὰ καὶ πάλαι).
Filoctetes intenta persuadir a Neoptólemo apelando al reproche que pueda sufrir por su acción. La duda corroe a Neoptólemo. Filoctetes asegura que el hijo de Aquiles no es malvado, sino que ha llegado a tal actitud por aprender de hombres perversos.
Neoptólemo pregunta al coro qué deben hacer y, en ese momento, entra en escena Odiseo quien, ante el espanto de Filoctetes, le pide el arco a Neoptólemo.
Filoctetes expresa que fue Ulises quien le ha arrebatado el arma, cosa que el propio itacense ratifica.
978-979 ¡Ay de mí! Estoy traicionado y perdido. Éste es, en verdad, quien me cogió y me despojó de mis armas (οἴμοι· πέπραμαι κἀπόλωλ᾿ · ὅδ᾿ ἦν ἄρα / ὁ ξυλλαβών με κἀπονοσφίσας ὅπλων).
980 Yo, tenlo por seguro, y ningún otro. Estoy de acuerdo (ἐγώ, σάφ᾿ ἴσθ’, οὐκ ἄλλος· ὁμολογῶ τάδε).
Ulises asegura que es Zeus quien ha dispuesto que Filoctetes navegue hacia Troya, y él está a sus órdenes.
Esa afirmación renueva la ira de Filoctetes quien acusa a Ulises de impío por poner por delante a los dioses en acciones que sólo él ha maquinado:
992 Poniendo por delante a los dioses, los haces mentirosos (θεοὺς προτείνων τοὺς θεοὺς ψευδεῖς τίθης).
En el diálogo entre Ulises y Filoctetes, el primero asevera que Filoctetes debe tomar Troya y devastarla junto con los demás caudillos griegos, a lo que el arquero se opone con rotundidad:
999-1000 Nunca, ni aunque tuviera yo que sufrir toda clase de males, mientras exista para mí el escarpado suelo que piso (οὐδέποτέ γ᾿· οὐδ᾿ ἢν χρῇ με πᾶν παθεῖν κακόν, / ἕως γ᾿ ἂν ᾖ μοι γῆς τόδ᾿ αἰπεινὸν βάθρον).
Filoctetes pretende precipitarse por las rocas de un acantilado. Ulises ordena que se lo impidan.
Comienza ahora un largo parlamento de Filoctetes que se inicia con ataques a la astucia y los bajos pensamientos de Ulises, que ha utilizado al joven Neoptólemo para sus propósitos. Un Neoptólemo que ha actuado por mandato y que ya da muestras de arrepentimiento:
1010-1012 Y que no sabía más que cumplir lo ordenado, quien incluso evidencia ya a las claras que sufre de penoso modo por las faltas que ha cometido y por el mal que me hizo (ὃς οὐδὲν ᾔδει πλὴν τὸ προσταχθὲν ποῖειν, / δῆλος δὲ καὶ νῦν ἐστιν ἀλγεινῶς φέρων / οἷς τ᾿ αὐτὸς ἐξήμαρτεν οἷς τ᾿ ἐγὼ ᾿ παθον).
Filoctetes desea la muerte para Ulises, ya implorada anteriormente, pero se lamenta de que los dioses no le conceden nada, recuerda el trato recibido por Ulises y los Atridas, a pesar de haber participado en la expedición a Troya de forma voluntaria y no forzado, como Ulises, que intentó fingirse loco, pero fue descubierto por Palamedes. A continuación alude al hecho de que sea requerido ahora, de que ahora ya no sea considerado un cojo pestilente y de que los aqueos puedan ahora quemar ofrendas y hacer libaciones, cuando ésa fue la causa de su abandono en Lemnos:
1031-1034 ¿Cómo es, oh ser aborrecido por los dioses, que ahora ya no me consideráis un cojo pestilente? ¿Cómo podréis quemar ofrendas a los dioses si yo voy en la travesía? ¿Cómo hacer libaciones? Pues éste era para ti el pretexto para arrojarme (πῶς, ὦ θεοῖς ἔχθιστε, νῦν οὐκ εἰμί σοι / χωλός, δυσώδης; πῶς θεοῖς ἔξεστ᾿, ἐμοῦ / πλεύσαντος, αἴθειν ἱερά; πῶς σπένδειν ἔτι; / αὕτη γὰρ ἦν σοι πρόφασις ἐκβαλεῖν ἐμέ).
Termina su parlamento deseando, de nuevo, un castigo divino para los Atridas y Ulises, que no es otro que su muerte.
Ulises responde que podría alegar muchas razones a lo dicho por Filoctetes, se autoproclama justo y honesto, hace alarde de una superioridad innata, pero decide ceder ante Filoctetes y desistir en su pretensión de llevárselo. Además, utiliza una nueva estratagema, pues dice que con las armas en su posesión, el arquero Teucro o él mismo pueden hacer uso de ellas y conseguir el propósito de rendir Troya. Es un recurso para suscitar la emulación de Filoctetes:
1053-1056 Y ahora voy a ceder ante ti por mi voluntad. Soltadle y no le sujetéis ya. Dejad que se quede aquí. Además, no te necesitamos, teniendo como tenemos tus armas (νῦν δὲ σοί γ᾿ ἑκὼν ἔκστήσομαι. / ἄγετε γὰρ αὐτόν, μηδὲ προσψαύσητ᾿ ἔτι. / ἐᾶτε μίμνειν. οὐδὲ σοῦ προσχρῄζομεν, / τά γ᾿ ὅπλ’ ἔχοντες ταῦτ᾿·).
Ulises termina su intervención tratando, de nuevo, de despertar la envidia de Filoctetes al afirmar que su negativa a acompañarlos puede suponer una honra para él mismo.
Ulises hace ademán de irse, ante los lamentos de Filoctetes, e insta a Neoptólemo a hacer lo mismo. El joven ordena al coro permanecer junto a Filoctetes mientras los marineros aprestan la nave y él y Ulises realizan plegarias. Entretanto confía en que Filoctetes cambie de opinión.
Se inicia el episodio 2º (730-826), protagonizado por Filoctetes y Neoptólemo.
Salen de la gruta Neoptólemo y Filoctetes y, en ese momento, el tesalio es presa de un terrible ataque de dolor, de un atroz acceso de su enfermedad, descrito con una exactitud nosográfica magnífica. Los gritos lastimeros se repiten desde el verso 732 hasta el 796 (ἆ, ἀπαπαῖ, παπαῖ, φεῦ, ὤμοι μοι).
Este episodio es glosado por Cicerón en dos de sus obras, De finibus II, 94-95 y Tusculanas II, 55, 5-10, en las que censura la actitud de Filoctetes. Hablaremos de ello en una nueva entrada.
En esta crisis Filoctetes llega incluso a pedir a Neoptólemo que le corte el pie. Y en los versos 762-766 le pide que tome y custodie el arco, que hace poco le solicitaba sujetar (ἀλλά μοι τὰ τόξ᾿ ἑλὼν τάδ᾿ ὥσπερ ᾔτου ἀρτίως,…σῷζ᾿ αὐτὰ καὶ φύλασσε), mientras remita la crisis que ahora le afecta. Filoctetes sabe que ahora se apoderará de él un sueño reparador y, apelando a su condición de suplicante, solicita de Neoptólemo que se convierta en custodio del arco y no lo entregue a Ulises y Diomedes, si se presentan mientras él duerme.
Hay un ejemplo de ambigüedad trágica, cuando Neoptólemo, en los versos 779-781 dice:
Que tengamos una travesía favorable y rápida adonde la divinidad quiera y adonde quede cumplido nuestro objetivo (γένοιτο δὲ / πλοῦς οὔριός τε κεὐσταλὴς ὅποι ποτὲ θεὸς δικαιοῖ χὡ στόλος πορσύνεται).
El espectador-lector sabe que esa travesía finalmente no será a Esciros, sino a Troya.
En su acceso de dolor Filoctetes desearía para Ulises y los Atridas los sufrimientos que ahora él padece. Si antes le pedía que le cortara el pie, ahora Filoctetes pide a Neoptólemo que le arroje al volcán Mosiclo, y recuerda el episodio del monte Eta, donde Heracles ardió en una pira que Filoctetes prendió, habiendo recibido antes del tebano, como Neoptólemo ahora del tesalio, su arco.
En este momento Neoptólemo se deja entrever la compasión que empieza a experimentar Neoptólemo:
806 Sufro desde hace rato, mientras lamento las desgracias que te afligen (ἀλγῶ πάλαι δὴ τἀπὶ σοὶ στένων κακά).
Antes de caer en el sopor, Filoctetes pide a Neoptólemo que no le abandone mientras duerma (recuérdese los versos 271-272 cuando Filoctetes recordaba su abandono en Lemnos mientras dormía) y se dan la mano como garantía. Filoctetes cae en un profundo sueño, inundado de sudor, y con una vena reventada que chorrea oscura sangre.
Comienza el estásimo 2º (827-864), sustituido por un diálogo lírico formado por una estrofa cantada por el coro, cuatro versos hexamétricos a cargo de Neoptólemo, una antístrofa y un epodo.
En la estrofa el coro intenta convencer a Neoptólemo para que aproveche la oportunidad que se le brinda.
837-838 La oportunidad, que tiene conocimiento de todas las cosas, consigue una gran victoria en el acto (καιρός τοι πάντων γνώμαν ἴσχων / πολὺ παρὰ πόδα κράτος ἄρνυται).
Neoptólemo replica que de nada valdrá el arco, si no les acompaña Filoctetes, tal como ha declarado el oráculo, y termina con una nueva sentencia moralizante:
842 Es un oprobio deshonroso jactarse de hazañas incompletas y acompañadas de falsedades (κομπεῖν δ᾿ ἔστ᾿ ἀτελῆ σὺν ψεύδεσιν αἰσχρὸν ὄνειδος).
En la antistrofa y el epodo el coro persevera en su discurso persuasivo, insistiendo en el estado de inconsciencia de Filoctetes y en la presencia de viento favorable. Pide a Neoptólemo que recapacite sobre sus palabras, aquéllas en las que indicaba la inutilidad de llevarse el arco sin su dueño y cierra, también él, su intervención con otra sentencia:
862-863 Cuida, mira si tus palabras son oportunas (ὅρα, βλέπ᾿ εἰ καίρια / φθέγγῃ).
863-864 Por lo que a mi razón se alcanza, hijo, el trabajo que se hace sin temor es el mejor (τὸ δ᾿ ἁλώσιμον / ἐμᾷ φροντίδι, παῖ, πόνος / ὁ μὴ φοβῶν κράτιστος).
Comienza el episodio 3º (865-1080). Filoctetes se despierta y Neoptólemo ordena callar al coro. El recuperado Filoctetes se admira de la presencia a su lado de Neoptólemo, a quien creía en alta mar. Recuerda su abandono a manos de los Atridas y destaca la nobleza de linaje del hijo de Aquiles, que ha permanecido junto a él, a pesar de lo desagradable de su herida. Ambos emprenden el camino hacia la nave que les llevará a Troya, aunque Filoctetes cree que navegan hacia su patria.
Neoptólemo se detiene. La conciencia le corroe. Estamos en uno de los puntos más interesantes de la obra. Ya el verso 806 presagiaba el proceso psicológico que experimenta el hijo de Aquiles. La compasión allí manifestada se refleja en la actuación que ahora va a tener. La duda o la angustia están presentes en todas las intervenciones del joven:
895 A partir de este momento, ¿qué debería hacer yo? (τί δῆτ᾿ ἂν δρῷμ’ ἐγὼ τοὐνθένδε γε).
897 No sé adónde debo dirigir una embarazosa resolución (οὐκ οἶδ᾿ ὅποι χρὴ τἄπορον τρέπειν ἔπος).
899 Es que me encuentro ya en una situación de angustia (ἀλλ᾿ ἐνθάδ᾿ ἤδη τοῦδε τοῦ πάθους κυρῶ).
Una de las frases más interesantes de la obra aparece ahora en boca de Neoptólemo. Cuando Filoctetes le pregunta si es la repugnancia a su enfermedad lo que le ha persuadido a no llevarle, contesta Neoptólemo:
902-903 Todo produce repugnancia cuando uno abandona su propia naturaleza y hace lo que no es propio de él (ἅπαντα δυσχέρεια, τὴν αὑτοῦ φύσιν / ὅταν λιπών τις δρᾷ τὰ μὴ προσεικότα).
Ante la afirmación de Filoctetes de que Neoptólemo no hace nada que desdiga de su nobleza de origen (cualidad que en la Atenas clásica se creía que se heredaba de padres a hijos), éste afirma:
906 Voy a quedar como un infame. Esto me atormenta desde hace rato (αἰσχρὸς φανοῦμαι· τοῦτ᾿ ἀνιῶμαι πάλαι).
Filoctetes empieza a dudar. Ahora llama a Neoptólemo este hombre (ἁνὴρ ὅδ᾿), cree que va a hacerse a la mar traicionándolo y abandonándolo.
Neoptólemo le asegura que no lo abandonará, sino que le causará un gran disgusto y reitera que hace un rato que está atormentado. Cuando Filoctetes expresa que no comprende lo que ocurre, viene la confesión del joven hijo de Aquiles:
915-916 Nada te voy a ocultar: es necesario que tú navegues a Troya, junto a los aqueos y a la flota de los Atridas (οὐδέν σε κρύψω· δεῖ γὰρ εἰς Τροίαν σε πλεῖν / πρὸς τοὺς Ἀχαιοὺς καὶ τὸν Ἀτρειδῶν στόλον).
Neoptólemo le concreta lo que van a hacer: primero curar su enfermedad y después ir a devastar la llanura de Troya. Filoctetes quiere asegurarse, sin dar crédito a lo que ha oído.
921a ¿Piensas hacer esto de verdad? (καὶ ταῦτ᾿ ἀληθῆ δρᾶν νοεῖς;).
Neoptólemo en el mismo verso, en lo que se llama ἀντιλαβή responde a Filoctetes:
921b Una imperiosa necesidad exige estas cosas (πολλὴ κρατεῖ τούτων ἀνάγκη).
Filoctetes se siente traicionado y se dirige al, hasta hace poco, amigo como extranjero, exigiéndole su arco. Neoptólemo responde con una nueva sentencia:
925-926 La justicia y la conveniencia me obligan a obedecer a los que están en el poder (τῶν γὰρ ἐν τέλει κλύειν / τό τ’ ἔνδικόν με καὶ τὸ συμφέρον ποιεῖ). Sentencia, por otra parte, que da mucho de sí.
La respuesta de Filoctetes es terrible, especialmente en su comienzo, pues dirige a Neoptólemo una cascada de descalificaciones que va in crescendo:
927 ¡Oh tú, fuego, ser totalmente espantoso y abominable modelo de funesta perfidia (ὦ πῦρ σὺ καὶ πᾶν δεῖμα καὶ πανουργίας / δεινῆς τέχνημ᾿ ἔχθιστον).
Le echa en cara que lo haya engañado, que no se avergüence de ese hecho y le implora que le devuelva su arco, su único medio de vida. A continuación se dirige a la naturaleza de la isla, calas, promontorios, montañas y animales y los pone por testigos de las acciones que el hijo de Aquiles ha realizado contra él. Recuerda que Neoptólemo le prometió llevarle a casa y ahora le lleva a Troya y que se ha quedado con el arco. Añade Filoctetes que Neoptólemo pretende llevarle por la fuerza y, en ese momento, se refiere a sí mismo como si no fuera nada, utilizando un lenguaje también presente en Antígona y con reminiscencias pindáricas.
945-946 Y a mí mismo quiere llevarme por la fuerza, como si hubiera prendido a un hombre vigoroso, sin darse cuenta de que ha destruido un cadáver, una sombra de humo, una mera apariencia (ὡς ἄνδρ᾿ ἑλών μ᾿ ἰσχυρὸν ἐκ βίας ἄγει, / κοὐκ οἶδ᾿ ἐναίρων νεκρόν, ἢ καπνοῦ σκιάν, / εἴδωλον ἄλλως). En Antígona 1170 leemos τἄλλ᾿ ἐγὼ καπνοῦ σκιᾶς / οὐκ ἂν πριαίμην ἀνδρὶ πρὸς τὴν ἡδονήν = no le compraría yo a este hombre todo lo demás por la sombra del humo, en lugar de la alegría. En los versos 94 y 95 de la Pítica VIII de Píndaro leemos: ἐπάμεροι· τί δέ τις; τί δ᾿ οὐ τις; σκιᾶς ὄναρ ἄνθρωπος = ¡Seres de un día! ¿Qué es cada uno? ¿Qué no es? El hombre es sueño de una sombra.
Filoctetes reitera una y otra vez que ha sido engañado y, dirigiéndose a la entrada de la gruta, lamenta su futuro, consumiéndose, abandonado, sin poder cazar al no tener ya su arco, y, tal vez, presa de los animales que antes cazaba. A Neoptólemo le desea la muerte, pero luego quiere saber si cambiará de opinión, y si es que no, entonces le desea una mala muerte:
961-962 ¡Ojalá mueras…! Pero aún no, no antes de saber si cambiarás de opinión otra vez. Y si es que no, ¡que tengas una mala muerte! (ὄλοιο μή πω, πρὶν μάθοιμ᾿ εἰ καὶ πάλιν / γνώμην μετοίσεις· εἰ δὲ μή, θάνοις κακῶς).
El corifeo se dirige a Neoptólemo y expresa que la decisión está en sus manos. Entonces el hijo de Aquiles expresa su compasión por Filoctetes, compasión que ya se dejó entrever en el verso 806, como comentamos:
965-966 Una profunda compasión por este hombre se ha apoderado de mí, y no ahora por primera vez, sino ya antes (ἐμοὶ μὲν οἶκτος δεινὸς ἐμπέπτωκέ τις / τοῦδ᾿ ἀνδρὸς οὐ νῦν πρῶτον, ἀλλὰ καὶ πάλαι).
Filoctetes intenta persuadir a Neoptólemo apelando al reproche que pueda sufrir por su acción. La duda corroe a Neoptólemo. Filoctetes asegura que el hijo de Aquiles no es malvado, sino que ha llegado a tal actitud por aprender de hombres perversos.
Neoptólemo pregunta al coro qué deben hacer y, en ese momento, entra en escena Odiseo quien, ante el espanto de Filoctetes, le pide el arco a Neoptólemo.
Filoctetes expresa que fue Ulises quien le ha arrebatado el arma, cosa que el propio itacense ratifica.
978-979 ¡Ay de mí! Estoy traicionado y perdido. Éste es, en verdad, quien me cogió y me despojó de mis armas (οἴμοι· πέπραμαι κἀπόλωλ᾿ · ὅδ᾿ ἦν ἄρα / ὁ ξυλλαβών με κἀπονοσφίσας ὅπλων).
980 Yo, tenlo por seguro, y ningún otro. Estoy de acuerdo (ἐγώ, σάφ᾿ ἴσθ’, οὐκ ἄλλος· ὁμολογῶ τάδε).
Ulises asegura que es Zeus quien ha dispuesto que Filoctetes navegue hacia Troya, y él está a sus órdenes.
Esa afirmación renueva la ira de Filoctetes quien acusa a Ulises de impío por poner por delante a los dioses en acciones que sólo él ha maquinado:
992 Poniendo por delante a los dioses, los haces mentirosos (θεοὺς προτείνων τοὺς θεοὺς ψευδεῖς τίθης).
En el diálogo entre Ulises y Filoctetes, el primero asevera que Filoctetes debe tomar Troya y devastarla junto con los demás caudillos griegos, a lo que el arquero se opone con rotundidad:
999-1000 Nunca, ni aunque tuviera yo que sufrir toda clase de males, mientras exista para mí el escarpado suelo que piso (οὐδέποτέ γ᾿· οὐδ᾿ ἢν χρῇ με πᾶν παθεῖν κακόν, / ἕως γ᾿ ἂν ᾖ μοι γῆς τόδ᾿ αἰπεινὸν βάθρον).
Filoctetes pretende precipitarse por las rocas de un acantilado. Ulises ordena que se lo impidan.
Comienza ahora un largo parlamento de Filoctetes que se inicia con ataques a la astucia y los bajos pensamientos de Ulises, que ha utilizado al joven Neoptólemo para sus propósitos. Un Neoptólemo que ha actuado por mandato y que ya da muestras de arrepentimiento:
1010-1012 Y que no sabía más que cumplir lo ordenado, quien incluso evidencia ya a las claras que sufre de penoso modo por las faltas que ha cometido y por el mal que me hizo (ὃς οὐδὲν ᾔδει πλὴν τὸ προσταχθὲν ποῖειν, / δῆλος δὲ καὶ νῦν ἐστιν ἀλγεινῶς φέρων / οἷς τ᾿ αὐτὸς ἐξήμαρτεν οἷς τ᾿ ἐγὼ ᾿ παθον).
Filoctetes desea la muerte para Ulises, ya implorada anteriormente, pero se lamenta de que los dioses no le conceden nada, recuerda el trato recibido por Ulises y los Atridas, a pesar de haber participado en la expedición a Troya de forma voluntaria y no forzado, como Ulises, que intentó fingirse loco, pero fue descubierto por Palamedes. A continuación alude al hecho de que sea requerido ahora, de que ahora ya no sea considerado un cojo pestilente y de que los aqueos puedan ahora quemar ofrendas y hacer libaciones, cuando ésa fue la causa de su abandono en Lemnos:
1031-1034 ¿Cómo es, oh ser aborrecido por los dioses, que ahora ya no me consideráis un cojo pestilente? ¿Cómo podréis quemar ofrendas a los dioses si yo voy en la travesía? ¿Cómo hacer libaciones? Pues éste era para ti el pretexto para arrojarme (πῶς, ὦ θεοῖς ἔχθιστε, νῦν οὐκ εἰμί σοι / χωλός, δυσώδης; πῶς θεοῖς ἔξεστ᾿, ἐμοῦ / πλεύσαντος, αἴθειν ἱερά; πῶς σπένδειν ἔτι; / αὕτη γὰρ ἦν σοι πρόφασις ἐκβαλεῖν ἐμέ).
Termina su parlamento deseando, de nuevo, un castigo divino para los Atridas y Ulises, que no es otro que su muerte.
Ulises responde que podría alegar muchas razones a lo dicho por Filoctetes, se autoproclama justo y honesto, hace alarde de una superioridad innata, pero decide ceder ante Filoctetes y desistir en su pretensión de llevárselo. Además, utiliza una nueva estratagema, pues dice que con las armas en su posesión, el arquero Teucro o él mismo pueden hacer uso de ellas y conseguir el propósito de rendir Troya. Es un recurso para suscitar la emulación de Filoctetes:
1053-1056 Y ahora voy a ceder ante ti por mi voluntad. Soltadle y no le sujetéis ya. Dejad que se quede aquí. Además, no te necesitamos, teniendo como tenemos tus armas (νῦν δὲ σοί γ᾿ ἑκὼν ἔκστήσομαι. / ἄγετε γὰρ αὐτόν, μηδὲ προσψαύσητ᾿ ἔτι. / ἐᾶτε μίμνειν. οὐδὲ σοῦ προσχρῄζομεν, / τά γ᾿ ὅπλ’ ἔχοντες ταῦτ᾿·).
Ulises termina su intervención tratando, de nuevo, de despertar la envidia de Filoctetes al afirmar que su negativa a acompañarlos puede suponer una honra para él mismo.
Ulises hace ademán de irse, ante los lamentos de Filoctetes, e insta a Neoptólemo a hacer lo mismo. El joven ordena al coro permanecer junto a Filoctetes mientras los marineros aprestan la nave y él y Ulises realizan plegarias. Entretanto confía en que Filoctetes cambie de opinión.
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