martes, 12 de junio de 2007

Filoctetes revisitado (IIIi, los personajes: Filoctetes: la exclusión, el dolor físico y moral)

Nos queda ahora realizar un repaso de la actuación de Filoctetes en la tragedia.
Para ello nos servimos de pasajes del artículo Filoctetes y Odiseo: la dialéctica phýsis / kairós, de Fernando Ariel Casco y Lucas Martín Abraham de la Universidad Nacional del Sur.
La primera imagen que de Filoctetes nos ofrece la tragedia es la de un hombre completamente barbarizado y alejado del mundo civilizado. Se ha transformado, según sus propias palabras, en un salvaje. La presentación que el héroe hace de sí mismo se enmarca dentro de la configuración de un ἄπολις, es decir, la de un hombre condenado al destierro (versos 225-230):
“No os sobresaltéis por el miedo ante mí, temerosos de mi estado salvaje; antes bien apiadaos de un hombre mísero, solitario, abandonado aquí y arruinado, sin amigos, y habladle, si es que habéis llegado en calidad de amigos”
Su doloroso presente es consecuencia de la acción directa de los Atridas y Odiseo, quienes lo confinaron, como ya hemos recordado, a permanecer en la isla de Lemnos a causa de un pie que le supuraba con una herida devoradora. Al encontrarse con un grupo de extranjeros, los recibe con palabras que ya preanuncian el discurso posterior en el que manifiesta todos los males de los que ha sido objeto. Por oposición a las palabras de Odiseo, las de Filoctetes carecen de δόλος (engaño) y sólo tienen por objeto mover a la piedad de los visitantes (versos 255-317).
Luego de conocer por boca del joven que es el hijo de Aquiles, en él se produce una profunda conmoción, pues en la figura de Neoptólemo el viejo héroe ve representado su pasado: el joven comparte la misma φύσις (naturaleza) que el padre.
Este elemento es fundamental a la hora de configurar el personaje de Filoctetes, puesto que es el único parámetro que utiliza el viejo héroe para aceptar al joven. Al comprobar la simiente paterna de Neoptólemo, lo reconoce como a un hijo:
240-241 ¡Oh hijo de un padre queridísimo! ¡Oh tú, de un país amado! ¡Oh retoño del anciano Licomedes!
249 ¡Hijo mío! ¿es que no conoces a quien estás contemplando?
Inmediatamente después narrará las desgracias de su vida en la isla. Su corazón, preso de odio, revela una cólera marcial hacia los aqueos -en especial hacia Odiseo y los Atridas-, y sólo desea para ellos que los dioses un día les concedan la misma suerte que a él.
En lo referente a su concepción de φύσις, Filoctetes considera que la causante de la condición de λόγου κακοῦ de Odiseo descansa en su propia naturaleza y todos los males a los que lo sometió fueron consecuencia de ello
407-409 Pues bien sé que ése con su lengua participaría en cualquier bajo pretexto (λόγου κακοῦ) y en cualquier astucia de la que nada justo, al final, resultaría.
Por oposición al hijo de Laertes, la φύσις para Filoctetes no puede ser alterada de acuerdo con la ocasión, por ello justifica la actitud de Odiseo mediante la mención de su linaje: éste es el hijo de Sísifo y ello constituye el factor determinante de su φύσις. Hemos de considerar entonces que, según Filoctetes, no es el καιρός (la ocasión o conveniencia) lo que define la conducta de Odiseo, sino su propia naturaleza (φύσις). Para el viejo, el hombre es todo φύσις y en las acciones que lleva a cabo a lo largo de su vida, revela su origen. Por lo tanto, lo que separa a Odiseo de Filoctetes es un problema de concepción de φύσις, conflicto planteado ya desde el inicio de la tragedia (diálogo entre Odiseo y Neoptólemo). Y es esta misma concepción la que acercará al viejo hijo de Peante al hijo de Aquiles.
Filoctetes ha sido obligado al destierro y, en consecuencia, ha roto sus lazos de φιλία (amistad) con el mundo civilizado. Esta diferencia de concepción de φύσις, antes mencionada, ha conducido a Filoctetes a su presente condición de ἄπολις. Este término, en el contexto del discurso del héroe, remite a dos sentidos: por un lado, al mundo de los hombres, representado en los aqueos que lo han abandonado, y, por el otro, al de los dioses, porque Filoctetes no logra comprender los motivos por los cuales los grandes héroes de la gesta troyana han perecido y en cambio aún permanecen con vida los injustos e impíos, Odiseo, los Atridas y el mismo Tersites
416-418 ¡Ay de mí, desgraciado! ¡Pero el hijo de Tideo y el hijo de Sísifo, comprado por Laertes, no hay miedo de que mueran, y ellos son los que no deberían vivir!
448-452 Y en cierta manera se alegran (los dioses) devolviéndonos del Hades a los perversos y ladinos, mientras que no dejan de enviar allí a los justos y honrados ¿Cómo hay que entender esto y aprobarlo cuando, al tiempo que alabo las obras divinas, encuentro a los dioses malvados?
Esta falta de comprensión del mundo que lo rodea surge de la no correspondencia entre sus valores heroicos y la realidad circundante. Por ello, en Neoptólemo se corporiza la posibilidad de acabar con sus sufrimientos y lograr la dicha de encontrarse con los suyos pero, sobre todo, reencontrarse con un mundo que creía perdido. Neoptólemo es el nexo para reanudar sus lazos con el pasado heroico. Además es el indicio de que aún no ha perecido por completo esa raza de héroes de la que él forma parte. El hecho de que lo considera un hijo pone de manifiesto la concepción de φιλία, ya que el joven representa para Filoctetes la figura del hijo no concebido y, en ausencia de su padre, él debe introducirlo en los antiguos valores de la ética heroica.
Aun cuando Agamenón y Odiseo habiten el mundo gobernándolo con injusticias, Neoptólemo, según su parecer, será el continuador de estirpes nobles como la de Aquiles y la suya. Esta forma de persuasión operará como factor decisivo en el cambio de conducta de Neoptólemo, luego de haberle arrebatado el arco.
El arco de Heracles, en posesión de Filoctetes, es el instrumento que los aqueos persiguen con el fin de tomar Troya, y representa a la vez la posibilidad de reestablecer el pacto primigenio de la alianza aquea. Sin embargo, Filoctetes rechaza todo posible vínculo con ellos. De esta manera, el plan urdido por Odiseo ha de llevarse a cabo, aún cuando Neoptólemo sienta la opresión de no proceder conforme a su φύσις. Filoctetes no concibe la posibilidad de un engaño puesto que, para su mentalidad, la naturaleza del joven nunca podría hacerlo obrar mal. Esta postura ubica a Filoctetes en el extremo opuesto a la figura de Odiseo; el viejo héroe incurre en un error: su concepto de φύσις es tan definido que no supone un desvío de la conducta de Neoptólemo. La actitud del hijo de Aquiles frente al guerrero herido, soportando sus gritos y el hedor que despedía su pie, a diferencia de Odiseo y Agamenón, lo acerca a una concepción de φύσις superior
867-876 ¡Oh resplandor del sol que sucedes al sueño! ¡Oh custodia de estos extranjeros, en la que mis esperanzas no creían! Nunca hubiera yo supuesto, oh hijo, que te resignaras a seguir tan compasivamente a mi lado, ante mis sufrimientos, prestándome tu ayuda. Los Atridas, sin embargo, no pudieron soportarlo tan pacientemente, ¡los valientes jefes del ejército! Pero tu sangre es noble y eres nacido de nobles, y consideraste todo esto fácil, aun estando agobiado por los gritos y el mal olor.
Sófocles plantea, desde la configuración de este personaje, que si bien la naturaleza no es alterable en términos de educación, pues aflora en el contexto propicio, sí es perfectible.
Ante la imposibilidad de resolución del conflicto entre Filoctetes, por un lado y Odiseo, por el otro, el autor se ve obligado a poner en escena un elemento conciliador: el “deus ex machina”, corporizado en la figura de Heracles. Su presencia resuelve el conflicto, no desde un punto de vista conciliador entre Odiseo y Filoctetes, sino, por el contrario, a través de la renuncia a la cólera por parte del viejo héroe y la aceptación de su destino heroico en la recíproca compañía de Neoptólemo.
Sorprende que la figura de Odiseo, que desde un principio perseguía el bien común, una vez caída su artimaña dolosa, desaparezca del escenario del conflicto y toda la atención se concentre en los personajes del joven y del viejo.
En resumen, lo dado y lo nuevo pueden llegar a reconciliarse cuando la φύσις irrumpe y se hace evidente en toda su magnitud. Las palabras del Heracles recuperan la confianza de Filoctetes en Neoptólemo, confianza rota a causa del ardid de Odiseo, y se reestablecen así los lazos de φιλία entre ambos.
Dicha reconciliación, mediante un pacto recíproco, posibilitará no sólo que la ciudad sitiada sea definitivamente destruida, sino también que se lleve a cabo la unión de los dos como el símbolo aún vivo de los antiguos valores
1424-1433 Irás con este hombre a la ciudad troyana, donde, primero, quedarás libre de tu penosa dolencia y, luego, elegido por tu valor el más importante del ejército, tras matar con mis flechas a Paris, que fue el causante de estos males, devastarás Troya, y el botín que, como premio, recibas de la armada lo enviarás a tu morada para tu padre Peante, a la meseta del Eta, tu patria. En cuanto al botín que logres del ejército en memoria de mis flechas, llévalo a mi tumba.
Para concluir, la dialéctica φύσις / καιρός evidencia, en la postura de ambos héroes -Odiseo y Filoctetes-, la complejidad del replanteamiento de los valores del pasado épico en el nuevo contexto de la πόλις. La persuasión inicialmente planteada por Odiseo cambia transitoriamente la conducta del hijo de Aquiles debido a la inmadurez ética propia de su juventud. Sin embargo, el engaño pierde progresivamente su efecto a lo largo del encuentro entre el hijo de Peante y Neoptólemo que, en un contexto propicio, se reencuentra con los valores paternos y manifiesta la naturaleza aparentemente alterada. Esta realidad se materializa en las palabras de Heracles
1434-1438 Y a ti, hijo de Aquiles, te aconsejo lo mismo. Pues ni tu puedes tomar la llanura de Troya sin éste, ni él sin ti. Antes bien, como dos leones que van juntos, protegeos el uno del otro.

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