martes, 19 de junio de 2007

Filoctetes revisitado (IV, la epifanía de Heracles ¿un deus ex machina?)



Concluida ya la extensa tercera (III) parte, dedicada a los tres protagonistas del drama, nos centramos en un aspecto destacable del mismo, cual es la aparición en el verso 1409, en pleno éxodo de la obra, del héroe tebano Heracles, muy unido, como ya hemos visto, a la figura de Filoctetes.
Albin Lesky escribe en su obra Historia de la literatura griega (las citas son nuestras):
“Apoyado en Neoptólemo, Filoctetes se encamina vacilante hacia el barco.
En realidad, concluye aquí la obra, pero no es posible que termine así. Pues, aunque el poeta trágico puede tomarse ciertas libertades con respecto a la tradición mítica y puede seguir su propio camino particularmente en la motivación psíquica de los acontecimientos, no puede modificar el desarrollo en determinados puntos establecidos. El mito afirma que Filoctetes estuvo en Troya y con su arco contribuyó considerablemente a su caída. La aparición de Heracles detiene, pues, a los dos en su trayecto al barco.
Cuando Heracles, que ha sido encumbrado al Olimpo, quebranta con su palabra la resistencia de Filoctetes y encauza la acción por el camino prescrito, está realizando algo semejante al deus ex machina de Eurípides.
Pero, a diferencia de aquél, está ligado más estrechamente a la estructura general del drama. El hecho de que Filoctetes lleve el arco de Heracles desde su muerte en el Eta es una circunstancia externa, más esencial resulta que Heracles induzca al amigo a ceder no con un acto de autoridad, sino aludiendo a su propio camino, que a través de grandes sufrimientos le llevó a las alturas. En la advertencia de Heracles de que los dioses sean venerados (1441 εὐσεβεῖν τὰ πρὸς θεούς = mostrad la debida reverencia para los dioses / 1443-1444 La piedad no muere con los mortales y, aunque estemos vivos o muertos, ella no perece (οὐ γὰρ ηὑσέβεια συνθνῄσκει βροτοῖς· / κἂν ζῶσι κἂν θάνωσιν, οὐκ ἀπόλλυται) nos habla el propio poeta, que durante toda su vida conservó siempre su fe religiosa”.
Hasta aquí la cita de Lesky.
En efecto, cuando Neoptólemo ha desistido de persuadir a Filoctetes, y éste se ha empecinado en no dar su brazo a torcer, las cosas quedan sin camino humano de salida.
Un Heracles divinizado, que viene del Olimpo, persuade con su palabra la resistencia de Filoctetes y encauza la acción por el camino “míticamente correcto”. Se ha escrito mucho sobre la asimilación de esta aparición de Heracles al recurso del deus ex machina euripideo.
Burckhardt, en Historia de la cultura griega, escribe:
“En Sófocles se entrelazan carácter y acción de los hombres con el destino de tal manera, que al espectador le debe aparecer lo último, a partir del principio como inevitable, y precisamente por una razón interior, y no porque se sepa el mito de corrido. La única excepción es el Filoctetes que psicológicamente busca otra terminación que la que el mito prescribe: Neoptólemo (en contraposición a Ulises) está ya tan conmovido por los dolores del paciente, que se halla a punto de devolverle a su patria. Entonces aparece- como único ejemplo en Sófocles – Heracles como deus ex machina, y anuncia la leyes del destino. A Sófocles le atraía en el tema verosímilmente, como en el Áyax, su rico contenido en pathos; estos dolores están realzados hasta el extremo, y su colmo es el contacto con Neoptólemo. Al poeta le interesaba más el agotamiento del fondo de estos caracteres que una conclusión armoniosa”.
Lasso de la Vega, en la introducción a las Tragedias de Sófocles, en Gredos, con su peculiar estilo, se expresa así:
“Aquí se produce la epifanía de Heracles, viejo camarada de Filoctetes (de aquél recibió su arco) y hoy deificado.
Enseña Heracles el sentido del destino de Filoctetes, que toda su existencia es, a su vez y sucesivamente, desgracia y felicidad. Adivina porvenires que escapan a los humanos, para su enseñamiento. El héroe, qué remedio, obedece: si el cristiano sabe dar a la libertad toda la dignidad de la obediencia, el griego sabe dar a la obediencia toda la dignidad de la libertad. La solución de Heracles preserva la disgnidad de Filoctetes y, a la vez, se cumple la voluntad de los dioses. Este episodio final ¿es, como pretenden algunos, el deus ex machina que, con desprecio de todo lo anterior en el drama, metiéndose al quite satisface las exigencias de la leyenda, como en Eurípides? ¿Esta epifanía es una interiorización del mito tradicional, en el sentido de una revelación íntima de la virtud del propio héroe, como pretende Whitman?
Heracles habla al hombre Filoctetes, se pone a sí mismo como ejemplo humano y la respuesta de Filoctetes se explica en el marco de la piedad sofoclea. Retirados los dioses de la acción dramática, queda al hombre un amplio territorio de actuación; pero toda su inteligencia y sus planes solamente consiguen que las cosas se enreden inextricablemente hasta que lo divino restaura, al final, el orden. Filoctetes cede y emprende el camino hacia Troya y hacia su propia gloria.”
Hasta aquí las palabras de Lasso de la Vega, y también ¿nuestro? artículo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola! estoy buscando saber en qué obra de Sófocles (si es el autor, si no, en qué otro) se relata propiamente la muerte de Heracles, sobre todo la escena en que Filotectes enciende la pira. Las Traquinias finalizan con la aceptación de Hilo -hijo de Heracles- de llevar a cabo el rito de inhumación del héroe, pero no refiere el rito mismo. Estaré grandemente agradecida. Beatriz desde Córdoba, Argentina