sábado, 19 de julio de 2008

Las dos Ifigenias (XIV)

Hace ya 11 días que no publicamos ningún artículo de la serie que estamos dedicando al mito de Ifigenia y su tratamiento operístico en Gluck.
Hoy subsanamos ese desliz con este capítulo que aborda ya el acto III de la Ifigenia en Áulide del compositor germano.

Se inicia el acto III con un coro de griegos que expresan que no están dispuestos a que la víctima sea arrebatda a los dioses. Ifigenia pregunta a Arcas por qué deben oponer resistencia al furor que anima a los griegos y éste muestra su intención de hacerles frente. Ifigenia le disuade y después pide a sus criadas que aparten la mirada de su madre de sus últimos instantes de vida, pues ha decidido ofrecerse voluntariamente como víctima.
En la escena tercera Aquiles le pide que le siga, sin hacer caso ni temer los gritos y la rabia del pueblo griego, pues la defenderá; pero ella le disuade y le pide que no se arme para defender a una infortunada mujer que va a morir. Aquiles se extraña ante tal discurso y le replica que su destino, su vida y su felicidad dependen de ella. Ifigenia dice que no puede luchar contra lo que han decidido los dioses; su vida pertenecía a Aquiles y es consciente de que éste había consagrado su más tierno amor a ella; pero debe obedecer la ley suprema de su destino y cuando Calcas esté a punto de clavarle el cuchillo del sacrificio, ella declarará su amor por Aquiles y para él será su último suspiro.
Aquiles la increpa preguntándole si lo ama y si, sabiendo esto, sigue aún queriendo morir. Ifigenia dice a Aquiles que a él le espera la gloria y la inmortalidad que sólo puede conseguir con su propia muerte. Aquiles pregunta si Ifigenia quiere hacer odiosa a sus ojos esta gloria.
La respuesta de Ifigenia es la bella aria Adieu, conservez dans votre âme, en la que pide a Aquiles que conserve en su alma el recuerdo de su pasión y que no olvide que Ifigenia, digna de un destino tan funesto, amó sólo la vida por él y lo amó hasta la muerte:

IPHIGENIE
Adieu, conservez dans votre âme
Le souvenir de notre ardeur;
Et qu'une si parfaite flamme,
Vive du moins dans votre cœur.
N'oubliez pas qu'Iphigénie,
Digne d'un moins funeste sort,
Pour vous seul chérissait la vie,
Et vous aima jusqu'à la mort.
Adieu! Adieu!

Aquiles insiste en llevarse a Ifigenia, pues no podrá vivir sin ella. Ifigenia le dice que no puede olvidar su gloria y su deber, pues éstos son para ella más queridos que su vida. Entonces Aquiles expresa su intención de matar a Calcas, de derribar el altar para el sacrificio y de matar, incluso, a Agamenón, si éste osa oponerse.
Es un fragmento de gran fuerza, con destacada intervención de las trompas.
De la muerte de Agamenón será culpable la propia Ifigenia, que le replica que aplaque su cólera y que evite, con su muerte, el crimen que tiene en mente.
Se repite el coro con el que se iniciaba este acto tercero.
En la escena quinta hay un diálogo entre Ifigenia y su madre Clitemnestra.
Comienza Clitemnestra que se enfrenta al coro, ofreciéndose ella misma como víctima; después manifiesta a su hija su voluntad de defenderla hasta el último suspiro.
Ifigenia expresa que nada puede detener su sacrificio, ya que los dioses así lo han decidido. Pide a su madre que se vaya y que deje a los griegos aplicar su crueldad; que no se arriesgue a exponer su rango y su dignidad al intentar salvarla de un pueblo sanguinario.
Clitemnestra antepone la vida de su hija a la suya propia, a su gloria y a su rango.
Ifigenia insiste en que se vaya y se centre en su hermano Orestes, de forma que éste sea más feliz y menos funesto que ella para su madre. También le pide que no guarde rencor a Agamenón, su marido, algo que Clitemnestra ve muy difícil. Es una bella aria, reposada, que contrasta con el siguiente coro.
Ifigenia recuerda los intentos de Agamenón para evitar su sacrificio; intentos vanos ante la cólera divina.
El coro de griegos

CHŒUR
Non, non nous ne souffrirons pas
Qu 'on enlève aux Dieux leur victime
Ils ont ordonné son trépas,
Notre fureur est légitime

Se repite por tercera vez.
Ifigenia se muestra decidida a asumir su propio sacrificio y se despide de su madre. Ésta le echa en cara que consienta en ello, pues significará su propia muerte, si se ve privada de su querida hija.
La escena sexta la protagoniza Clitemnestra. Primero pide a los dioses su propia muerte, clavando en su seno materno un cuchillo y haciendo que encuentre su tumba al pie del altar en el que su hija será sacrificada:

Scène 6
CLYTEMNESTRE
Dieux puissants que j'atteste,
Non, je ne souffrirai pas...
Vous osez arrêter mes pas!
Perfides, privez­ moi
Du jour que je déteste
Dans ce sein maternal
Enfoncez le couteau
Et qu'au pied de l'autel funeste
Je trouve du moins mon tombeau.
Ah! je succombe à ma douleur mortelle...

Después se imagina la escena del sacrificio:

Ma fille! Je la vois,
Sous le fer inhumain...
Que son barbare père
Aiguisa de sa main,
Un préfre, environné
D'unefoule cruelle,
Ose porter sur elle
Une main criminelle;
n déchire son sein...
Et d'un œil curieux
Dans son cœur palpitant...
Il consulte les Dieux.
Arrétez, monstres sanguinaires!
Tremblez: C'est le pur sang
Du souverrain des cieux,
Dont vous osez rougir la terre!


Luego pide a Júpiter que reduzca a polvo a los griegos con sus rayos. Pide al Sol que se retire. En este caso hay una alusión a dos episodios de la saga de los Atridas. Uno es cuando Atreo y su hermano Tiestes convinieron en que un progidio determinaría quien se quedaba con el reinado de Micenas. Si el Sol invertía su carrera, el reino quedaría en manos de Atreo. El Sol se puso por el este. El otro episodio, al que alude la expresión qui n'osas du père eclairer le festin, hace referencia al festín al que invitó Atreo a su hermano Tiestes y en el que le sirvió como comida la carne despedazada y cocida de sus tres hijos, Áglao, Calileonte y Orcómeno.

Jupiter, lance la foudre!
Que sous tes coups écrasés
Les Grecs soient réduits en poudre,
Dans leurs vaisseaux embrasés!
Et toi, Soleil, et toi qui,
Dans cette contrée,
Reconnais l'héritier
Et le vrai fils d'Atrée,
Toi, qui n'osas du père
Eclairer le festin,
Recule, recule,
Ils t'ont appris
Ce funeste chemin.
Quels tristes chants se font entendre...







Finalmente Clitemnestra manifiesta su voluntad de salvar a su hija o de morir con ella:
O Dieux!! ils vont trancher ses jours!
En vain vous m'opposez une pitié cruelle,
Barbares, malgré vous, je vole à son secours,
Ou je vais mourir avec elle.
Se escucha un coro de griegos que pide la protección de los dioses y que las naves griegas puedan alcanzar las cosatas troyanas, una vez se haya pagado el sacrificio impuesto.

CHŒUR DES GRECS
Puissante Déité, protège-­nous toujours!
Au prix du sang que nous allons répandre,
Au rivage Troyen permets-­nous de descendre.
CLYTEMNESTRE
Quels tristes chants se font entendre
O Dieux! ils vont trancher ses jours!
En vain vous m'opposez une pitié cruelle
Barbare, malgré vous je vole à son secours
Ou je vais mourir avec elle.


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